Para estar a tono con los tiempos navideños que corren, vuelvo a publicar una entrada colorida.
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Te despertaste ese día con la sensación de estar ante un día especial. ¡Cómo no iba a ser especial! Era la primera vez que él te pedía que le cocinaras algo que le encantaba: tallarines verdes.
Una vez que te quedaste sola en la casa y te organizaste un poco, comenzaste a planificar el día.
Fuiste a la tienda a comprar todo lo necesario. No podía faltar ningún detalle. Todo tenía que ser perfecto. Escogiste la espinaca, un poco de albahaca. Un paquetito de ensalada con el cartel de "todo verde" para estar a tono.
Regresaste a la casa y pusiste manos a la obra. Lavaste bien todas las hojas, preparaste la salsa cuidando el mínimo detalle. Hasta le agregaste un poco de pecanas reservadas para una ocasión importante. Más importante que esta no podía haber.
Por otro lado, cocinaste la pasta y esperaste con paciencia hasta que estuvo a punto. Tapaste la olla, y miraste el reloj. "En cualquier momento llega", te dijiste. Recién en ese momento te diste cuenta de que el reloj que adorna tu cocina está lleno de ilustraciones de verduras y frutas.
Te sentaste a esperarlo. La radio prendida lanzaba las noticias de la hora, pero tú casi no las escuchabas. Hasta que por fin... el ruido de sus pasos, de la puerta. Te le adelantaste y la abriste primero. Ahí estaba, parado con cara ansiosa, con su chompa verde oscuro:
- Hola mamá. ¿Te acordaste de mis tallarines verdes?
Una vez que te quedaste sola en la casa y te organizaste un poco, comenzaste a planificar el día.
Fuiste a la tienda a comprar todo lo necesario. No podía faltar ningún detalle. Todo tenía que ser perfecto. Escogiste la espinaca, un poco de albahaca. Un paquetito de ensalada con el cartel de "todo verde" para estar a tono.
Regresaste a la casa y pusiste manos a la obra. Lavaste bien todas las hojas, preparaste la salsa cuidando el mínimo detalle. Hasta le agregaste un poco de pecanas reservadas para una ocasión importante. Más importante que esta no podía haber.
Por otro lado, cocinaste la pasta y esperaste con paciencia hasta que estuvo a punto. Tapaste la olla, y miraste el reloj. "En cualquier momento llega", te dijiste. Recién en ese momento te diste cuenta de que el reloj que adorna tu cocina está lleno de ilustraciones de verduras y frutas.
Te sentaste a esperarlo. La radio prendida lanzaba las noticias de la hora, pero tú casi no las escuchabas. Hasta que por fin... el ruido de sus pasos, de la puerta. Te le adelantaste y la abriste primero. Ahí estaba, parado con cara ansiosa, con su chompa verde oscuro:
- Hola mamá. ¿Te acordaste de mis tallarines verdes?
Que tierna entrada Gabriela...
ResponderEliminarDeja un buen sabor final, Cyrano.
EliminarEse fue un golpe al corazón... con puño de seda.
ResponderEliminarY un festín para el gusto, Acirema.
EliminarHola Gabri, me ha gustado mucho esta entrada porque describe un momento màgico de un encuentro de una madre y su hijo a través de unos deliciosos tallarines verdes. El color verde es el de la esperanza y desde siempre es mi color favorito. Esta historia deja muy buen sabor final
ResponderEliminarEsperanzas de cosas buenas para todos, Chusa.
EliminarQué monísimos madre e hijo…
ResponderEliminarY qué verde el post : )
Tanto amor en un plato tan simple, Milena.
Eliminar¡Hay que post taaan bonito!
ResponderEliminarCon final imprevisto ehhh jajajjajaj
Besazo
Seguro te imaginabas que algo salía mal, Dolega. Es el toque de malicia, je, je.
EliminarHola Gaby querida, ya recuperé un correo, pero no tengo el gmail., yo no puedo entrar a mis blogs, paciencia.
ResponderEliminarTu entrada es muy tierna y maternal, narraste la vida cotidiana de un hijo y su madre. Javier es fanático de los espaguetis en salsa verde con apanado, desde niño, y el domingo me pidió su plato preferido, "tallarines verdes con apanado", jajja.
Me gustó mucho, escribes muy bien.
Cariños,
María del Carmen Rodríguez de Arce Rubira
Mira qué tal coincidencia, Maricarmen. Y bienvenida de vuelta por estos barrios blogueros.
EliminarEsos tallarines verdes van directos al corazón... Gracias Gabriela precioso relato!!
ResponderEliminarUn beso.
Hechos con puro amor y cuidando todos los detalles, Laura.
EliminarMuy linda entrada, Gabriela. ¡Tu hijo debe ir con muchas ganas a visitarte! Saludos.
ResponderEliminarEstá dedicado a todas las mamás del mundo que se afanan por complacer a sus hijos en las cosas simples, Martín.
EliminarWuay!!!
ResponderEliminarje, je, je...
EliminarAyyy, me has hecho recordar cuando volvía del instituto, muerta de hambre, y soñaba con la comida que me tendría preparada mi madre. Más de una vez acertaba y me encontraba mi plato preferido... potaje de lentejas... Ummmm
ResponderEliminarSin duda, tu mamá le ponía el mismo amor al cocinar el potaje que la protagonista de esta historia.
EliminarCozinhar para o grande amor das nossas vidas! Não há prazer maior!
ResponderEliminarBeijinhos
Cierto, Nina, y luego compartirlo completa un círculo perfecto.
EliminarYo no soy la madre de esta historia colorida porque soy de pocos detalles y lo lamento pues creo que ellos son la salsa del amor, pero siempre me pilla el tiemmo y siempre termino improvisando..
ResponderEliminarFelices fiestas, querida Gaby
Estoy segura de que esa improvisación que menciona viene con tanto amor que los detalles salen sobrando, AleMamá.
EliminarGracias, Rafael. Lo mismo deseo para ti y los que más quieres.
ResponderEliminarUna entrada que empieza bien y termina bien: con color y sabor
ResponderEliminar¡Feliz Navidad! Gabriela!
Tanto amor no podía permitir otro final, Marta.
EliminarSaludos navideños.
Linda história, esta época nos traz boas lembranças do tempo passado.
ResponderEliminarTe desejo um feliz natal e uma ano repleto de coisas boas e felicidades.
Lo mismo para ti y tu familia, Anajá.
EliminarPensaba que esperaba a otra persona ...y me encantó saber que habia puesto tanta ilusion en cocinar para su hijo.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
Tantos preparativos tenían que ser para alguien realmente especial.
EliminarFeliz Navidad y feliz año, Gabriela.
ResponderEliminar¡Gracias Maqui!
EliminarTelepatía? Asociación de ideas?
ResponderEliminarSimplemente, magia.
Sí Esteban, la magia del amor.
EliminarMe encantaría comerme ese delicioso plato verde! es mi color favorito! :)
ResponderEliminarY debe ser más rico con todo el amor con que se preparó, Teresa.
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