Hace pocos días,
fui a casa de una amiga a recoger un encargo que me había traído de un viaje del que acababa de regresar. Tal como quedamos, llegué un poco antes de las 11 am.
Toqué el timbre respectivo a su departamento del quinto piso, y si bien mi amiga no estaba, la persona que me contestó me dijo que subiera pues tenía mi encargo.
Entré al vestíbulo del primer piso con toda la intención de subir por las escaleras. Desde siempre, cuando debo subir hasta un quinto piso, prefiero usar las escaleras antes que el ascensor. Deben ser rezagos de tiempos que es mejor olvidar, cuando de improviso nos quedábamos sin energía eléctrica. O tal vez la idea de que subir unos escalones es beneficioso para la salud. Además, el día anterior habíamos tenido un temblor en Lima, y no se le ocurriera a la tierra volver a temblar justo cuando estuviera yo en una caja suspendida a cinco pisos de altura del suelo.
Busqué las escaleras, pero no las encontré. Mientras miraba tratando de hallarlas, otra persona entró desde la calle. Era evidente que la muchacha recién llegada vivía en el edificio pues se movía con familiaridad. Llamó al ascensor y una vez adentro, dejó la puerta abierta esperando que yo entrara. Decidí entrar con ella. Total, podía hacer una excepción por una vez.
Ella marcó el sexto piso, yo el quinto. Cuando el ascensor marcó el número 5 con una brillante luz azul, salí del ascensor y la chica salió conmigo. Me pareció raro, yo estaba segura de que su destino era el piso siguiente. Obviamente, no dije nada.
Me dirigí a la izquierda a tocar el timbre del departamento de mi amiga, mientras la chica trataba de meter la llave que tenía en la mano en la puerta del departamento vecino. La llave no entró, ella insistió. Yo veía todo en silencio mientras recibía el sobre con el encargo y agradecía a quien me lo entregó.
Recién en ese momento la muchacha se dio cuenta de algo y, mirándome, preguntó:
- ¿Qué piso es este?
Cuando terminó de darse cuenta de su equivocación, se echó a reír con una ruidosa carcajada contagiosa. Yo le dije que me había parecido raro verla bajar en el quinto piso después de haber marcado el sexto. Mientras tanto, desde donde estábamos, vi que la luz del tablero del ascensor mostraba que estaba detenido en el sexto piso, una parada en la que nadie bajaría. Por lo menos esa vez.
Sin dejar de reír, ella volvió a llamar al ascensor y subió ese piso adicional que le faltó en el primer viaje. Yo subí con ella, y después descendí directo hasta que el número 1 se iluminó brillantemente de azul.
Toqué el timbre respectivo a su departamento del quinto piso, y si bien mi amiga no estaba, la persona que me contestó me dijo que subiera pues tenía mi encargo.
Entré al vestíbulo del primer piso con toda la intención de subir por las escaleras. Desde siempre, cuando debo subir hasta un quinto piso, prefiero usar las escaleras antes que el ascensor. Deben ser rezagos de tiempos que es mejor olvidar, cuando de improviso nos quedábamos sin energía eléctrica. O tal vez la idea de que subir unos escalones es beneficioso para la salud. Además, el día anterior habíamos tenido un temblor en Lima, y no se le ocurriera a la tierra volver a temblar justo cuando estuviera yo en una caja suspendida a cinco pisos de altura del suelo.
Busqué las escaleras, pero no las encontré. Mientras miraba tratando de hallarlas, otra persona entró desde la calle. Era evidente que la muchacha recién llegada vivía en el edificio pues se movía con familiaridad. Llamó al ascensor y una vez adentro, dejó la puerta abierta esperando que yo entrara. Decidí entrar con ella. Total, podía hacer una excepción por una vez.
Ella marcó el sexto piso, yo el quinto. Cuando el ascensor marcó el número 5 con una brillante luz azul, salí del ascensor y la chica salió conmigo. Me pareció raro, yo estaba segura de que su destino era el piso siguiente. Obviamente, no dije nada.
Me dirigí a la izquierda a tocar el timbre del departamento de mi amiga, mientras la chica trataba de meter la llave que tenía en la mano en la puerta del departamento vecino. La llave no entró, ella insistió. Yo veía todo en silencio mientras recibía el sobre con el encargo y agradecía a quien me lo entregó.
Recién en ese momento la muchacha se dio cuenta de algo y, mirándome, preguntó:
- ¿Qué piso es este?
Cuando terminó de darse cuenta de su equivocación, se echó a reír con una ruidosa carcajada contagiosa. Yo le dije que me había parecido raro verla bajar en el quinto piso después de haber marcado el sexto. Mientras tanto, desde donde estábamos, vi que la luz del tablero del ascensor mostraba que estaba detenido en el sexto piso, una parada en la que nadie bajaría. Por lo menos esa vez.
Sin dejar de reír, ella volvió a llamar al ascensor y subió ese piso adicional que le faltó en el primer viaje. Yo subí con ella, y después descendí directo hasta que el número 1 se iluminó brillantemente de azul.
Y ya esta????.
ResponderEliminarja, ja... Si, ya está. Por eso era una simple historia simple.
Eliminarjajajaja yo me quedé también ¿y ya? pero tienes razón, por eso es una historia simple :P jijiji
Eliminarbueno, yo he cometido ese tipo de equivocaciones al por mayor, jejeje
Felizmente es un desconcierto que nunca me ha pasado, Hilda.
EliminarEstando acompañada, en el ascensor pasaste menos miedo… y tú luego le pudiste aclarar su confusión: buen feedback!
ResponderEliminarNo sé si llamarlo miedo, Milena. Creo que son rezagos de experiencias felizmente ya pasadas. Tal vez esta chica se ha confundido más de una vez o estaba muy distraída.
EliminarGabrielita. Muy divertida tu entrada, suele pasar, a mi me ha
ResponderEliminarpasado, algunas veces, es cuando nuestro disco duro, esta
replete. Jaaaaaaaaaa Te quiero,
Cotiti.
Como cuando vamos por la calles y de repente no sabemos a dónde vamos, Consuelo. Qué sensación tan desconcertante.
EliminarTienes, Gabriela, el enorme mérito de hacer de una historia tal vez común, una reseña entretenida, aleccionadora, muy gráfica y sumamente humana.
ResponderEliminarAgradezco esas inmerecidas palabras, Esteban.
EliminarAy los ascensores, yo me pongo de los nervios cuando tardan un poco más, ahora son tan silenciosos que no se oye nada.
ResponderEliminarTerror me da si una vez me quedo encerrada. A lo mejor tengo
claustrofobia:((
Lo de la llave me pasó hace poco en el piso de Madrid de mi hiho. Se ha mudado y ahora vive en un 2º. Bien le dí a la llave del otro sin poder abrir. Hasta llegamos a pensar que se había confundido al darmos la llave.
Buen miércoles.
Un beso helaito:))
Además de los rezagos que es mejor no recordar, lo mío con los ascensores es un poco ecologista, para no usar energía eléctrica que se puede ahorrar... con el beneficio adicional de hacer tres gotas de ejercicio.
EliminarHace unos años me pasó que metí la llave en el departamento de al lado. No se si había alguien allí pero si lo hubo que susto se habrán pegado.
ResponderEliminarBesoss
http://siempreseraprimavera.blogspot.com.ar/2013/12/videos-muy-interesantes.html
El susto debe haber sido de ambos lados de la puerta, Norma.
EliminarEntretenida historia, Gabriela.
ResponderEliminarGracias Cyrano.
EliminarLo mismo me pasó una vez hace años en un edificio que vivía, conla mala suerte que en el momento en que yo andaba intentando meter la llave en la ceradura, se abrió la puerta y el dueño de la casa me dijo que porqué estaba intentando entrar en su casa y... ¡Que mal lo pasé! Yo ahí como una idota con la llave en la mano :P
ResponderEliminarBesazo
Imagino la cara de ambos, ja, ja. Espero que todo haya terminado bien.
EliminarVamos, que iba despistada del todo.
ResponderEliminarJejeje
Buena anécdota
Totalmente despistada, Marta.
EliminarTambién me dan miedo los ascensores, no puedo remediarlo. Y siempre espero que suba alguien más para tener compañía.
ResponderEliminarLo mío no es tanto miedo, Acirema, es más una sensación de desperdicio de electricidad.
EliminarOlá,
ResponderEliminarme fizeste lembrar de minha mãe. hahah
Eu morro de medo de elevadores.
Bjos e tenha um ótimo dia
Espero que tu mamá logre vencer ese temor, Anajá.
EliminarLo de la llave me acaba de pasar en casa de mi hermana. Menuda cara me puso el vecino cuando abrío, por el ruido, y me encontró intentado entrar en "su casa".
ResponderEliminarImagino el susto de ambos, él por ver a una extraña intentando entrar a su casa y tú por ver que te abría un extraño.
EliminarHola Gabri, yo también te confieso que le tengo un cierto temor a las alturas, ya sea la noria, el aviòn o el ascensor, también porque hace muchos años me quedé atrapada junto a otras dos amigas en un ascensor en el piso 12 durante màs de una hora. Era la Facultad de Biològicas de Madrid...desde entonces también yo prefiero subir andando. Si hay peligro sìsmico te comprendo aùn màs...bueno a ti te fue bien, imagino lo que disfrutaste cuando saliste del edificio con el encargo en la mano
ResponderEliminarEso sí que debe ser un mal recuerdo que dura mucho tiempo, Chusa. Por lo menos, no estabas sola.
EliminarGabriela, quando estive no Peru, que adorei, como sabes, fiquei muito impressionada com os avisos de terramoto que via nos hotéis e locais públicos. Tenho imenso medo, confesso. Por isso, sempre evitei os ascensores. A história que contas é muito divertida!
ResponderEliminarBeijinhos e bom fim de semana.
Son precauciones necesarias, Nina. A mí me asustan los temblores...
EliminarJa ja ja, que bueno saer que otras despistadas en el mundo como yo!...la semana pasada una persona me llamo la atencion por que estaba tratando de abrir su auto...De momento lo mire con ojos de "de que hablas" y en instantes me di cuenta que ese no era mi carro el cual estaba estacionado dos filas despues ...jajaja...
ResponderEliminarEspero que, por lo menos, ambos carros sean del mismo color... como para atenuar la confusión.
EliminarAy cariño, no me puedo creer que llevara tres entradas de retraso... Ya me voy poniendo al día.
ResponderEliminarMe hace mucha gracia esto que cuentas, porque alguna vez me ha pasado. De hecho, yo trabajo en la sexta planta de un edificio con un ascensor muy parecido al de casa y con bastante frecuencia, en lugar de pulsar el 6, le doy al 3º... Muchas ganas de volver a casa, incluso antes de empezar a trabajar, jajaja
Definitivamente, ese acto fallido dice mucho, Laly.
EliminarJajaja suele suceder , a una prima le paso con el coche , trataba de abrir uno igual al de ella .
ResponderEliminarSeguro que iba pensado en otra cosa y ni se fijo donde bajaba .
Un beso , cuìdate y feliz fin de semana .
Nancy
Felizmente el dueño del carro no la vio, Nancy. Hubiera sido un momento un poco vergonzoso.
Eliminar