Ya de vuelta en casa, casi de nuevo en la normalidad, puedo ver el viaje que acabo de hacer a la distancia de los hechos consumados, pero a la vez sintiendo muy de cerca este acontecimiento tan trascendente.
Kenia me dejó recuerdos, impresiones, memorias y anécdotas que permanecerán por siempre como parte de mis experiencias de vida.
Para empezar, llama la atención que manejan por el lado derecho de la vía, al igual que los ingleses. Y claro, recién uno se da cuenta de que han dejado de ser colonia británica en 1963. El próximo año cumplirán 50 años de la declaración de su independencia.
Ese detalle hace que cruzar la pista sea un poco confuso, por lo menos al comienzo. Los carros vienen del sentido contrario al que uno espera que venga. Me sentí como en la escena inicial de la película Closer.
Su moneda es el schilling keniano, o chelín keniano. Nueva reminiscencia británica.
Las personas son bilingües y hasta trilingües. Hablan inglés con soltura, y dominan también el suajili. Muchos de ellos usan el idioma de su tribu. Es sorprendente la facilidad con que pasan de uno a otro. A nosotros nos hablaban en inglés, y un segundo después se les veía conversar en suajili con quien tuvieran a su lado. ¿Cómo saber lo que decían?
Todas las mañanas, me despertaba con el sonido de unos pájaros que pasaban volando velozmente. Nunca olvidaré ese sonido, tan diferente a todos los graznidos que había escuchado antes en mi vida. Creo que ni en Yurimaguas.
Los kenianos son regateadores por naturaleza. Cada pequeña compra que hice en los diferentes mercados que visité, implicaba una fuerte dosis de tira y afloja en el que siempre sentí que no era precisamente yo quien salía ganando. Al final, me sería imposible decir el verdadero valor de cualquiera de las cosas que compré porque cada vez lo encontraba a diferentes precios.
Los matatus no me dejaron extrañar a las peruanísimas combis. Era casi como tener un trocito de casa en África.
Por primera vez en mi vida, probé carne de cabra. Puedo decir que es una carne deliciosa. Espero poder degustarla alguna otra vez.
También probé comida etíope y comida india por primera vez. De la primera no puedo opinar mucho del sabor porque estaba tan picante que ese era el único sabor que llegué a sentir. Quienes me conocen, saben que no me gusta el sabor picante y que lo evito a toda costa. En cuanto a la comida india, tuve la suerte de compartir la mesa con personas que también optaron por comida menos condimentada. Estuvo realmente deliciosa.
Kenia me dejó muchos recuerdos e impresiones. Sobre todo, me dejó la sensación de que nuestro mundo es más ancho y más ajeno de lo que a simple vista parece.
Nota: la historia no termina acá, pues en entradas siguientes contaré otras incidencias de este viaje.
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Kenia me dejó recuerdos, impresiones, memorias y anécdotas que permanecerán por siempre como parte de mis experiencias de vida.
Para empezar, llama la atención que manejan por el lado derecho de la vía, al igual que los ingleses. Y claro, recién uno se da cuenta de que han dejado de ser colonia británica en 1963. El próximo año cumplirán 50 años de la declaración de su independencia.
Ese detalle hace que cruzar la pista sea un poco confuso, por lo menos al comienzo. Los carros vienen del sentido contrario al que uno espera que venga. Me sentí como en la escena inicial de la película Closer.
Su moneda es el schilling keniano, o chelín keniano. Nueva reminiscencia británica.
Las personas son bilingües y hasta trilingües. Hablan inglés con soltura, y dominan también el suajili. Muchos de ellos usan el idioma de su tribu. Es sorprendente la facilidad con que pasan de uno a otro. A nosotros nos hablaban en inglés, y un segundo después se les veía conversar en suajili con quien tuvieran a su lado. ¿Cómo saber lo que decían?
Todas las mañanas, me despertaba con el sonido de unos pájaros que pasaban volando velozmente. Nunca olvidaré ese sonido, tan diferente a todos los graznidos que había escuchado antes en mi vida. Creo que ni en Yurimaguas.
Los kenianos son regateadores por naturaleza. Cada pequeña compra que hice en los diferentes mercados que visité, implicaba una fuerte dosis de tira y afloja en el que siempre sentí que no era precisamente yo quien salía ganando. Al final, me sería imposible decir el verdadero valor de cualquiera de las cosas que compré porque cada vez lo encontraba a diferentes precios.
Los matatus no me dejaron extrañar a las peruanísimas combis. Era casi como tener un trocito de casa en África.
Por primera vez en mi vida, probé carne de cabra. Puedo decir que es una carne deliciosa. Espero poder degustarla alguna otra vez.
También probé comida etíope y comida india por primera vez. De la primera no puedo opinar mucho del sabor porque estaba tan picante que ese era el único sabor que llegué a sentir. Quienes me conocen, saben que no me gusta el sabor picante y que lo evito a toda costa. En cuanto a la comida india, tuve la suerte de compartir la mesa con personas que también optaron por comida menos condimentada. Estuvo realmente deliciosa.
Kenia me dejó muchos recuerdos e impresiones. Sobre todo, me dejó la sensación de que nuestro mundo es más ancho y más ajeno de lo que a simple vista parece.
Nota: la historia no termina acá, pues en entradas siguientes contaré otras incidencias de este viaje.
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Nos dejas con la miel en los labios. Con muchas ganas de seguir leyendo sobre tus experiencias y nuevos conocimientos. No tdejes de hacerlo. Así aprendemos todos de otros lugares lejanos. Mucha suerte.
ResponderEliminarNada como un viaje para aprender cosas nuevas, Acirema. Y más todavía cuando en el lugar todo es tan diferente.
EliminarSaludos de Usa.
ResponderEliminarQuerida Gabrielita. Cuantas cosas lindas has
colectado, en cuanto a nuevas experiencias,
costumbres y conocimientos. Es envidiable to-
do lo que has vivido y todo lo que has adqui-
rido. Me encanto lo de los pajaros, la comida
y los regateos, fue muy gracioso.Fue un delei-
te leer tu entrada. Te quiero
Cotiti.
Los regateos pueden llegar a ser bastante tediosos, Consuelo.
EliminarQue buenas las anecdotas, sigue contandolas en otras entradas, estoy seguro que todos tus amigos queremos saber mas de tan extraordinario viaje
ResponderEliminarCuenta con es, Cyrano.
Eliminar-el año pasado estuve en Etiopia, y me he quedado con muchísimas ganas de volver
ResponderEliminarEspero las siguientes crónicas, que no tarden por favor¡
Trataré de que las siguientes no tarden, Miriam.
EliminarNos has introducido perfectamente en ese mundo africano de tu primer viaje allì. Ahora seguiremos leyendo con placer otras anécdotas segùn las vayas deshilvanando; esperemos que en breve... Imagino Gabriela que no serà fàcil volver a la normalidad.
ResponderEliminarSaludos desde Venecia
Chusa
Espero que sea el primer viaje y que vengan más después, Chusa. Y no, en verdad no es muy fácil volver a la normalidad.
EliminarYa comenzó lo bueno: las crónicas del viaje.
ResponderEliminarTengo unos amigos rumanos que en los "tiempos negros" trabajaban en Kenia en una mina de su país. Su hija nació en Mombasa, y la niñera le hablaba en suahili, los padres en rumano, la abuela en griego y a los 5 años se vino a Chile para terminar de refugiados en California. ¡Eso es ser políglota!
Saludos, Gaby
A mí me hubiera encantado tener tantos idiomas desde la cuna, AleMamá.
EliminarBIENVENIDA, RECORDADA Y EXTRAÑADA GABY. QUÉ EXPERIENCIA TAN GRATA LA QUE COMENTAS...NO HAY COMO DEGUSTAR LA COMIDA PARA SABER ALGO DEL LUGAR QUE SE VISITA ¿CIERTO?. NO HAY COMO VIAJAR...EXPERIENCIAS DE VIDA...QUE NO TE LO QUITA NADIE...RECORDAR ES VIVIR, Y MÁS CONOCER GENTE, ES UN DELEITE PARA EL ESPÍRITU. ESPERO CON INTERÉS Y CARIÑO EL NUEVO EPISODIO DE TU RUTA HACIA KENIA. SALUD Y BUENAVENTURA, GRACIAS. SALUDOS.
ResponderEliminarConocer gente nueva y reencontrarme con gente conocida, además del propio viaje, fue la mejor parte, Antonio.
EliminarHola Gabriela, aunque en ningún momento hemos perdido el contacto contigo, me alegro que estés de vuelta.
ResponderEliminarCreo que no hay nadie peor que yo para el regateo, me pongo a sudar nada más de pensarlo...
Un besito
Regatear en Kenia es altamente fatigante, Laly. También me pongo a sudar con recordarlo, ja, ja.
EliminarHola Gabriela,
ResponderEliminarTambién me alegro que estés de vuelta... si bien no estoy en Lima :-(
Eso de manejar por el lado derecho, al inicio es algo raro y ni qué decir cuando vas sentada al lado del conductor! pareciera que los carros que vienen en sentido contrario se te van a venir encima!
Espero con entusiasmo leer tus aventuras del viaje.
Muchos saludos.
Exactamente, Cris, veía que los carros se venían directo contra mí... y de repente, pasaban de lo más tranquilos. Lo más gracioso es ver que el chofer ni se inmuta.
EliminarCon tu facilidad expresiva, querida Gabriela, me pareció haber hecho el viaje contigo.
ResponderEliminarEn el tema de los regateos, tal como en otras latitudes, uno se siente feliz de haber convertido los 2000 iniciales en 20...en circunstancias que el precio real suele ser de 5.
Un beso.
Así es, Esteban, el precio real puede ser bien de cinco, de uno o de los 2000 iniciales. Es el encanto del regateo.
EliminarBom fim de semana, querida.
ResponderEliminarBeijo
¡Gracias e igualmente!
EliminarLinda experiencia! A mi tambien me encanta la comida de la india, de hecho es una de mis favoritas ;)
ResponderEliminarBueno me alegra que la pasaras bien y feliz, como dice la cancion del rey leon "Hakuna matata" que es si mas no me equiboco suahili, y quiere decir no te preocupes.
Y bueno seguro viste algun rey leon por alla,
besos, feliz semana!
Si Patricia, linda experiencia. Aprendimos varias palabras y frases en suajili y la más usada era la famosa hakuna matata.
EliminarNo vi leones, pero vi otros animales de lo más exóticos, tan cerca que hasta pude tocarlos.
Ví tu relato, y hasta hoy no me he atrevido a leerlo...Las letras no se quedaban quietas:))
ResponderEliminarVeo que haremos el viaje contigo ahora cuando lo recuerdes...
Esa costumbre del regateo la hay también en la Punta Cana, nunca sabes cuanto pagas por una cosa.
Yo te puedo asegurar que la carne de cabra es buena, y los quesos exquisitos:))
Me alegro que trajeras tan buena experiencia...Aquí nos tienes esperando más.
Un beso.
Qué bueno que te hayas atrevido a leer el relato y que hayas dejado tu comentario.
EliminarTambién probé queso de cabra y, como dices, es exquisito.
Gracias por la visita.
Qué bonito relato, me ha pasado como a todos los lectores, que me ha parecido que yo estaba allí. Qué risa que no te guste el sabor picante, yo soy piurana y allí todos comemos ají desde chicos...
ResponderEliminar¿Ya te dije que somos casi vecinas? Yo vivo en diego ferre.
Un abrazo y regresaré a buscar más relatos de ese viaje...
Si me dijiste que somos vecinas, Marga, y seguramente más de una vez nos hemos cruzado por estas calles sin saberlo. Dime si la blogósfera no es mágica.
Eliminar:D
Hola.
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog buscando otros blogs de naturaleza y viajes como el mío. Tienes unos posts muy originales. Me gustan. He podido consultar sólo unos pocos, como este de Kenia, pero prometo que en los próximos días miraré otros más.
Me he hecho seguidor, ya tienes los 90!!!
Saludos.
Bienvenido, Antonio, ¡y gracias por ayudarme a llegar a 90!
Eliminar