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Símbolo nacional de Tuiteristán |
En los tiempos que siguieron a la desintegración de la Unión Soviética primero y de la antigua Yugoslavia después, el mundo fue testigo del surgimiento de muchos países. Había que aprenderse nuevos nombres, capitales y saber más o menos en qué lugar del ancho mundo quedaban esos lugares con nombres misteriosos y exóticos. Por lo menos para mí, que lo seguí a prudente distancia geográfica, el proceso fue muy interesante.
Más recientemente, en los últimos dos o tres años, comenzó a sonar el nombre de un nuevo país, que como es virtual no aparece en los atlas ni mapas del mundo: Tuiteristán. Si bien este país existe desde 2006, ha sido recién en los últimos meses que ha empezado a sonar con mucha fuerza en el mundo.
Para visitar Tuiteristán, no se necesita visa, ese penoso trámite del que los peruanos no nos libramos casi nunca. Tampoco pasajes, ni subirse a un avión, ni tren, ni barco, ni ómnibus. Por lo tanto, no hay jetlag. No hay forma de que amigos y parientes nos hagan encargos cuando visitamos Tuiteristán ni hay que preocuparse por el exceso de equipaje.
Se trata de un país raro. Para entrar, es necesario firmar un registro, y tener cuidado de no registrarse con un nombre ya existente. Es decir, en Tuiteristán no existe la posibilidad de que a uno lo confundan con otro tuiteristaní simplemente porque no existe la homonimia. Es una ley inquebrantable del país. Como es inquebrantable la norma de que todos los nombres deben empezar con un símbolo que casi se parece a dos círculos concéntricos. Otra regla inquebrantable es que todos los temas de conversación deben ir precedidos de un símbolo (#) que en el Perú llamamos michi y que en otros lugares se conoce como numeral.
Los tuiteristaníes no tienen familiares, ni amigos, ni compañeros de trabajo. Ellos tienen seguidores. Algunos los cuentan por miles y otros por millones, y lo más raro es que en la mayoría de los casos, los tuiteristaníes no conocen a todos sus seguidores. Con las justas conocerán a un pequeño porcentaje.
Lo más extraño de este país y lo que más llama mi atención es que todos deben expresarse en mensajes no mayores de 140 caracteres. Si pasan ese límite, los mensajes se cortan. Digo que en Tuiteristán la gente se expresa y no que se comunica porque allá absolutamente todos hablan, pero no necesariamente todos escuchan. Los tuiteristaníes hablan todo el tiempo, y no les importa si los escuchan o no. Ya sea porque no todos están pendientes de los demás todo el tiempo, o porque esa norma de hablar en apenas 140 caracteres hace que la comprensión de los mensajes sea sumamente difícil, a pesar de que las personas hablan el mismo idioma.
No se crea que los mensajes son siempre interesantes. Es más, creo que los mensajes realmente interesantes y trascendentes no llegan a ser ni el 2 % del total de mensajes emitidos. Es que, por lo menos yo, no le veo la gracia a ver repetido al infinito lo que dijo alguien y que muchos otros simplemente reiteran anteponiendo un extraño código dígrafo. Hasta que alguien me lo explique de manera muy convincente, no me interesa mucho saber qué tomó alguien de desayuno o si se encontró con mucho tráfico mientras iba al trabajo. Eso sin contar con el riesgo que se corre en Tuiteristán porque la gente habla mientras hace otras cosas, como manejar por ejemplo. Y manejar distraído siempre es peligroso.
Los medios de comunicación viven pendientes de lo que se dice en Tuiteristán. Mejor dicho, viven pendientes de lo que dicen algunos tuiteristaníes. Francamente no entiendo cómo hacen para escuchar algunas voces selectas en medio de ese mar de sonido donde todos hablan apretadamente en 140 caracteres, donde todos gritan a la vez, donde casi todos repiten lo que otro ya dijo. Por donde lo mire, no me parece que la gente en ese país se comunique.
Conozco gente que ha estado en Tuiteristán. Conozco gente que vive en Tuiteristán. Conozco gente que se mudó del lugar donde vivía y se instaló en Tuiteristán. Deben de estar felices porque aparentemente no tienen ganas de dejar de hablar y hablar sin escuchar y sin parar en 140 caracteres.
En lo que a mí respecta, no me provoca mucho la idea de conocer Tuiteristán. Creo que no cambiaré de idea, a pesar de lo fácil y barato que parece ser llegar hasta allá.
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