Lo que voy a contar le está pasando a alguien que conozco de cerca y puedo dar fe de todo lo que viene a continuación, pues he sido testigo de gran parte de este relato de lo absurdo.
G es profesional y siempre ha prestado sus servicios de manera independiente. Nunca ha figurado en la planilla, plantilla, nómina de ninguna empresa. Cada vez que alguien requiere sus servicios profesionales, G gira un recibo por honorarios profesionales y los cobra en un plazo prudencial. Cada año, declara sus ingresos ante el ente administrador de tributos y, cada año, tiene la suerte de ver que a lo largo del ejercicio ha tributado en exceso, por lo que tiene derecho a recibir una devolución por ese exceso.
Hasta ahí, todo muy bien.
Cuando terminó 2008, G preparó y presentó su declaración jurada de ingresos, lo que hizo oportunamente en los primeros meses de 2009. Vio que tenía derecho a recibir un monto por concepto de devolución equivalente a un sueldo mínimo del Perú. Nada mal.
Como lo había hecho en oportunidades anteriores, ya sabía que la devolución se comunica a través de un sistema de notificaciones bastante eficiente y bastante rápido. En el término de unos 45 días contados desde que presentó la declaración jurada, esperaba recibir la notificación por la cual ponían en su conocimiento que tenía expedito el cobro.
Pasaron muchas semanas luego de que G presentara su declaración jurada de 2008, y a pesar de estar al tanto de las notificaciones, no recibía nada. Al comienzo, se preocupó un poco. Al cabo un tiempo, ya ni lo recordaba.
Casi a finales de 2009, recibió en su domicilio una notificación física, en un papel lleno de firmas y de sellos, donde le decían que no procedía su esperada devolución correspondiente al ejercicio económico 2008 porque sus ingresos como profesional que figura en planilla, plantilla, nómina habían excedido el máximo permitido por ley para devolución.
Pero si yo no estoy en la planilla de ninguna empresa, se dijo G con mucha extrañeza.
Y para no aburrir con un relato largo, dejo lo que sigue para otro post.
G es profesional y siempre ha prestado sus servicios de manera independiente. Nunca ha figurado en la planilla, plantilla, nómina de ninguna empresa. Cada vez que alguien requiere sus servicios profesionales, G gira un recibo por honorarios profesionales y los cobra en un plazo prudencial. Cada año, declara sus ingresos ante el ente administrador de tributos y, cada año, tiene la suerte de ver que a lo largo del ejercicio ha tributado en exceso, por lo que tiene derecho a recibir una devolución por ese exceso.
Hasta ahí, todo muy bien.
Cuando terminó 2008, G preparó y presentó su declaración jurada de ingresos, lo que hizo oportunamente en los primeros meses de 2009. Vio que tenía derecho a recibir un monto por concepto de devolución equivalente a un sueldo mínimo del Perú. Nada mal.
Como lo había hecho en oportunidades anteriores, ya sabía que la devolución se comunica a través de un sistema de notificaciones bastante eficiente y bastante rápido. En el término de unos 45 días contados desde que presentó la declaración jurada, esperaba recibir la notificación por la cual ponían en su conocimiento que tenía expedito el cobro.
Pasaron muchas semanas luego de que G presentara su declaración jurada de 2008, y a pesar de estar al tanto de las notificaciones, no recibía nada. Al comienzo, se preocupó un poco. Al cabo un tiempo, ya ni lo recordaba.
Casi a finales de 2009, recibió en su domicilio una notificación física, en un papel lleno de firmas y de sellos, donde le decían que no procedía su esperada devolución correspondiente al ejercicio económico 2008 porque sus ingresos como profesional que figura en planilla, plantilla, nómina habían excedido el máximo permitido por ley para devolución.
Pero si yo no estoy en la planilla de ninguna empresa, se dijo G con mucha extrañeza.
Y para no aburrir con un relato largo, dejo lo que sigue para otro post.
Lo cobrará, despues de presentar mil papeles y dar cinco mil vueltas; eso sí, sin intereses.
ResponderEliminarSi hubiera sido al revés, con sólo un día de retraso ya le habría subido un 20%
Hola Gabriela:
ResponderEliminar¡Espero que no le hayan cobrado, más encima, a él!
Un beso.
Pues habrá que esperar el desenlace , pues puede pasar cualquier cosa .
ResponderEliminarBurocracia... burucracia...cuantos delitos se han cometido en tu nombre.
ResponderEliminarEsperamos el resto de la historia.
ResponderEliminarEstas instituciones son muy exigentes y rápidas para cobrar, pero (como decimos aquí) se hacen los locos para devolver, o para no devolver.
ResponderEliminarEsperaré el fin de la historia. Parece que en todas partes pasan cosas similares a ésto: Señor, Ud. tiene la razón, pero......
ResponderEliminarSaludos, Gaby
Con ese 20% eres benevolente, María Jesús.
ResponderEliminarEsperemos, Esteban.
Cierto Chelo, con burocracias así, cualquier cosa puede pasar.
Burrocracia, Cyrano.
La verdad yo también, Cheluca.
Será para no devolver, Anónimo.
No sé por qué, ese PERO tiene que estar siempre presente, AleMamá.
Esto es generalizado... Qué indefensión.
ResponderEliminarHola Gabriela,
ResponderEliminarSería de muy mal gusto que no devolvieran lo que deben devolver.
Notificaciones para cobrar, rapidísimo; notificaciones para una devolución, todo lo contrario... al parecer.
Muchos saludos.
Saludos de USA
ResponderEliminarGabrielita querida. Muy interesante tu post,
pero, me encantaria saber en que termino la
historia. Te quiero.
Cotiti.
Se ve por tu relato que en todas partes cuecen habas. Desde el poder se las ingenian para inventar excusas con tal de evitar pagar lo que a uno le es debido. Por el contrario, al ciudadano cualquiera, siempre se le exige la máxima puntualidad. Esperemos que la historia termine bien para tu amigo, con justicia.
ResponderEliminarGabriela, un abrazo, y me encanta siempre verte por mi blog.
que cosas Gaby. A mí me impusieron una tarjeta de crédito que jamás pedí ni acepté. Tuve que aguantar toda clase de burocracias al tener que cancelarla, llamadas pidiendo que la recogiera, repartidores en mi casa que me la mandaban a mi domicilio, etc. etc. etc. Lo último fue que me mandaron un escrito donde lamentaban que yo terminara la relación crediticia con el banco!!! pero si nunca hubo una!!! nunca la acepté, nunca la pedí!!
ResponderEliminarSaludos, espero la segunda parte de la historia. Hilda
Que raro.
ResponderEliminarNo me extraña, a veces la Sunat se puede equivocar, pero si tiene todos los papeles en regla, hay lugar a reclamo.
ResponderEliminarLamentablemente esa generalización es muy cierta, Laly.
ResponderEliminarExacto, Cris, exacto.
Habrá que esperar, Consuelo.
A mí también me encanta verte por acá, Chusa.
Yo también he tenido de esas tarjetas, Hilda. Una vez, devolví una pegada en una carta notarial, cortada en tres partes, y diciéndole a la institución que me la encajó "gracias, pero no, gracias".
Lo peor es que no es nada raro, David.
Pero, ¿cómo probar algo que no existe, Virginia?
"Burrocracia"! El colmo.
ResponderEliminarHa ha! Sounds like the tax department! :) Can't wait for the rest of the story.
ResponderEliminarEl colmo, Isabel, es que no le faciliten las cosas a nadie.
ResponderEliminarIt'd be comic if it weren't so tragic, Isobel.
Este problema de la Sunat y su burocracia es terrible, si cometen un error demoran meses en aceptarlo y devolver ya es otro problema, tengo experiencias increibles sobre este tema.
ResponderEliminar¿Tendrá solución algún día?, la esperanza es lo último que se pierde.
Cariños,
Maricarmen
Y además los plazos solamente se cumplen en el lado de los contribuyentes, Maricarmen.
ResponderEliminarI didn't mean to make light of the story, Gabriela. It's just one of those situations that if you don't laugh, you'll cry. I'd have strangled someone by now if I were your friend.
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