- El próximo año, quiero que me recojas de mi nido.
A los tres años, el futuro bien puede identificarse como mañana, el próximo año o agosto. No importa. Lo que Marcela quiere es muy claro: que vaya a recogerla a la salida de su nido en algún momento.
Como se acerca el último día de las clases de verano en su "otro" nido, escojo la fecha pero no se lo digo a nadie. Menos a Marcela. Cuando tu edad se cuenta con los dedos de una sola mano y el futuro es un concepto tan abstracto es mejor no alterar la rutina.
Así que ahí estoy, al mediodía, en la puerta del nido con nombre de pirueta. Me asomo rápidamente y al verme, a la pequeña se le dibuja una sonrisa que jamás olvidaré. Corre hacia mí, se me abalanza. No tengo necesidad de agacharme para cargarla.
- ¿Te gusta que haya venido a recogerte?
Hace un movimiento afirmativo con la cabeza. Se muerde el labio inferior. No habla. No me mira. Es difícil saber quién es más feliz en ese momento.
Caminamos hasta su casa. Le digo que me voy a quedar a almorzar. Saca todos sus juguetes para enseñármelos, después los guardamos uno por uno. Está feliz porque Elisa acaba de regresar de Cajamarca:
- No me gustan las tormentas.
- Nos vamos cuando no haya tormentas. En agosto no hay tormentas.
- No tengo paraguas.
- Compramos uno.
- ¿Dónde? Nunca he visto dónde venden- replica, mientras se encoge de hombros y levanta las manitos.
- Buscamos. O lo compramos al llegar a Cajamarca. Ahí seguro que si venden.
- No, no me gustan las tormentas.
Almorzamos. Jugamos un ratito. Conversamos. Nos reímos. Me cuenta cosas. Le cuento cosas. Con pena veo que me llega la hora de partir. Me voy con la promesa de repetir la experiencia. Si, pero otro día me llevas al parque después de comer.
- Buscamos. O lo compramos al llegar a Cajamarca. Ahí seguro que si venden.
- No, no me gustan las tormentas.
Almorzamos. Jugamos un ratito. Conversamos. Nos reímos. Me cuenta cosas. Le cuento cosas. Con pena veo que me llega la hora de partir. Me voy con la promesa de repetir la experiencia. Si, pero otro día me llevas al parque después de comer.
Qué lindo!!! Me recuerdo de las sonrisas y los ojitos brillantes de mi hija cuando voy a recogerla a su centro de atención!!! Es algo insuperable, impagable.
ResponderEliminarUn abrazo querida!
Bien que entiendo de ese momento tan bello. Al leer tu relato se me encogió el corazón al recordar la alegría de mis sobrinos, que hoy estan muy lejos de donde vivo -al otro lado del mundo-, cada vez que los hiba a recoger: era una fiesta para ellos, y un concierto de amor para mi.
ResponderEliminarRecibe un gran abrazo.
Marcela, 3 años y medio, con sus ojazos de un extraño color, ni verde ni marrón, con su seriedad mientras piensa antes de responder (respuestas que muchas veces te dejan con la boca abierta), con su risa contagiosa y sus temerarias volteretas... me recuerda a otro niño que cuando tenía su edad, me indicaba con la mano el camino a su nido, las veces que me tocaba llevarlo, y su carita muy formal y seria cuando se despedía, antes de desaparecer por la puerta. Ese niñito que ahora es un jovencito lleno de esperanzas para el futuro. Que Dios los bendiga.
ResponderEliminarMI QUERIDA GABY:
ResponderEliminarES COMO VOLVER AL PASADO ¿CIERTO?...COMO CUANDO NUESTRA MAMA IBA A RECOGERNOS AL COLE, A PESAR DE QUE TENÍAMOS MOVILIDAD ESCOLAR.
PARA MÍ ERA UN DÌA DE FIESTA...CAMINÁBAMOS POR EL JIRÓN DE LA UNIÓN ENTRÁBAMOS A TÍA.
LLEGÁBAMOS HASTA LAPLAZA SAN MARTÍN Y AHÍ TOMÁBAMOS EL TAXI A CASA.
ASÍ COMO YO...TEN POR SEGURO QUE "LA PRINCESA" GUARDARÁ POR SIEMPRE ESE MOMENTO CONTIGO...NO HAY NADA MEJOR QUE ESO.
ME HACE SENTIR ESPECIAL EL QUE COMPARTAS CONMIGO TUS EXPERIENCIAS Y HERMOSOS MOMENTOS...¡VAYA QUÉ SENSIBILIDAD Y AMOR EL QUE MANTIENES EN TÍ!.
DIGNA HIJA DE TU MADRE...SE CUMPLE LO DICHO DE TAL PALO TAL ASTILLA.
BENDICIONES AMIGA.
SALUDOS Y MIS MEJORES DESEOS DE BIENESTAR Y LOGROS FUTUROS.GRACIAS
ANTONIO
Realmente es un momento !mágico!, recordé la alegría de mis hijos cuando me veían en la puerta y corrían felices a abrazarme y besarme, como si no me hubieran visto mucho tiempo y sólo eran tres horas.
ResponderEliminarHoy mis nietos sólo me piden que esté es sus clausuras, en fiestas especiales y yo no puedo faltar porque sería muy triste para ellos. Gracias a Dios ellos mis pequeñitos siguen necesitando que los engría y son mi alegría y razón de vivir.
Me ha encantado tu relato, eres la mejor tía de tus sobrinos, Marcelita es una niña muy dulce e inteligente y se lo mucho que te quiere.
Cariños,
Maricarmen
Que mas decir a todo lo que ya te dicen tus otros lectores, tan solo que se me hizo un nudo en la garganta. Gracias por regalarnos este momento tan dulce.
ResponderEliminarBesitos,
Silvana
Saludos de USA.
ResponderEliminarVerdaderamente un momento magico.
Muchas veces lo he vivido, cuando recogia a mis hijos del nido y ahora, cuando recogo a mi nieto. Te hacen sentir muy feliz. Ojala! no crecieran nunca. Te quiero.
Cotiti.
Liiindo Gaby, es increible q con el solo hecho de ir a recogerlos a la escuela los hace tan felices... mi hija es igual y ahora me pregunto si algun dia podia ir con ella a un field trip.
ResponderEliminarLIndo articulo.
ResponderEliminarSon momentos inolvidables. Quieren contarte todo lo que ha pasado en el cole, que no les falte nada , que les prestes atención...
ResponderEliminarBoniot relato . Besos
La entrega mas tierna que he leido
ResponderEliminarHubo más ojitos brillantes que sonrisas, Cheluca.
ResponderEliminarTeniendo en cuenta dónde estás, espero que te encuentres bien, Javier.
Ojitos de color incierto que lo miran todo, Lina.
Ojalá que lo recuerde por siempre, Antonio.
Van a necesitarte siempre, Maricarmen. De eso estoy segura.
Gracias a ti por leer y comentar, Silvana.
Mágico por donde lo veas, Consuelo.
Como las mamás que nos acompañaban a los paseos del colegio, ¿no Olenka?
Gracias Carmen.
Pero esta niña casi no habló, Chelo. Imagino que por la emoción.
Gracias Cyrano.
Siempre lo recordará... Mejor una sorpresa que mil promesas, cierto?
ResponderEliminarPero me parece que mi tocaya sabe bien lo que quiere, y ya tendrá también su vuelta por el parque prontito. :D
Muchos saludos,
Marcela
Que lindo!! En esos momentos es verdad, no se sabe quièn es mas feliz. Yo recuerdo momentos asì con mi sobrinita que llegaba del nido a mi casa (de mis padres) a almorzar y se aparecía corriendo en mi cuarto, donde normalmente yo estaba tirada viento tele, esperando el almuerzo, y me abrazaba varios minutos que para mi eran horas.
ResponderEliminarUno no se olvida nunca de esos momentos.
Besos!!
En verdad, Gabriela, retirar a los niños del colegio, nos reconforta y complace... sean hijos, nietos o sobrinos.Me hago cargo de tu emoción.
ResponderEliminarY si además la historia fuera o fuese real ... preciosa historia .
ResponderEliminarUn saludo des de casi el otro lado del mundo
Que hermosa y tierna historia! nada como el amor, inocencia y simpleza de la ninyes...me llego al corazon,
ResponderEliminarbesos
Cristalino, claro, tan conmovedor como solo un niño es capaz de conmovernos con un gesto en un segundo.
ResponderEliminarMe gustó mucho!
Te aseguro que ese paseo por el parque con tu tocaya llegará, Marcela.
ResponderEliminarEspero que Marcela tampoco lo olvide, Katia.
No se sabe quién es más feliz, ¿no Esteban?
La historia es real, Driada, ocurrió tal cual como la cuento.
Son momentos que no se cambian por nada del mundo, Patricia.
Cristalino y mágico. Renata.