En ese post yo decía:
Todos los adultos [de la serie] han vivido en carne propia la tremendamente cruenta Guerra Civil Española, y han conocido de primera mano el hambre y la incertidumbre del día a día.
Hace poco más de una semana, totalmente por casualidad, di con un blog titulado 'Soy una pobre pensionista', escrito por una española que firma con esa frase como seudónimo y que se define a sí misma:
Nací en el Madrid de antes de la Guerra, y ahora que estoy estudiando Informática, quiero aprovechar lo que aprendo día a día para compartir con vosotros los recuerdos de mi vida.
Lo que asombra es que esta pensionista acaba de cumplir 86 años, y acá la tienen, estudiando Informática y llevando adelante un blog. Poca cosa... casi nada.
Esta blogger ha vivido en carne propia los rigores de la Guerra, el hambre que tanto recordaban la abuela Herminia y Antonio. En su post Casa, obuses y refugio en el Metro nos cuenta:
[...]
Como dormíamos en esas condiciones [vestidos y calzados] no usábamos sábanas ¡a ver quién, con zapatos y sin jabón para lavar! Yo recuerdo que pensaba en otros niños que estarían durmiendo en sus camitas, con sus camisones, y muy importante para mí, sin zapatos, y unas sabanas blancas y fresquitas, ¡qué envidia y qué nostalgia de tiempos pasados! Yo le pedía a mi madre ¡por favor déjame quitarme los zapatos! Pues que si quieres, ni de broma, vamos. Esta situación duró casi hasta el final de la guerra.
[...]
Sin palabras.
Y en 'Supervivencia' nos dice:
En la guerra, mientras permanecíamos "refugiados" en la cueva durante los bombardeos, yo ahora pienso que casi nos hacíamos inhumanos, sólo afloraba en nosotros el instinto de supervivencia, no nos preocupaba donde caían las bombas, ni a quien le tocaba, el caso es que no nos tocara a nosotros (hablo por mí, pero creo que ese era el sentir de todos). Lo digo porque, cuando el bombardeo terminaba, el suspiro era general y la exclamación la misma: ¡nos hemos librado!
Los aviones empezaban generalmente sus bombardeos por lo alto de la carretera de Valencia, como si vinieran del pueblo de Vallecas hacia Madrid, así que las explosiones empezaban por nuestra izquierda, y daba la impresión de que las lanzaban con cronómetro, era entre una explosión y otra el mismo espacio de tiempo, pum... pum... pum... así que yo, particularmente, iba calculando si la siguiente bomba sería para nosotros o si pasaría de largo.
Cuando las explosiones estaban ya muy cerca, que todo retumbaba a nuestro alrededor, las familias nos abrazábamos e inconscientemente cerrábamos los ojos, y yo creo que hasta conteníamos la respiración. ¿Nos tocará? Estoy segurísima de que todos teníamos el mismo pensamiento, ¿nos tocará? Cuando la siguiente explosión sonaba ya a nuestra derecha es cuando venia el suspiro colectivo, y la frase “nos hemos librado”. Pero esto algunas veces no era así, pues de repente volvíamos a oír explosiones muy cerca, y aquello, por lo menos a mí, me "descolocaba", pues eso quería decir que no había funcionado ese cálculo tan rarito que yo me inventé. Cuando esto pasaba, era porque los aviones habían dado la vuelta y soltaban el resto de sus bombas otra vez sobre nosotros. Esto, en los últimos tiempos de la guerra, nos lo hacían varias veces en una misma noche, con lo cual era terrorífica, de verdadera pesadilla, aquello no terminaba hasta que era de día y entonces podíamos salir de la cueva. A partir de ahí, empezábamos a ser otra vez personas y comenzaba la preocupación por los demás, a querer saber donde habían caído las bombas, si habían afectado a amigos o parientes, a ser solidarios y si se podía ayudar en lo que fuera posible. Lo que digo ¿dónde habían estado todos estos sentimientos durante el bombardeo? ¡Supervivencia!
Hoy, pensándolo en la distancia, no dudo de que en aquella cueva, si nos hubiera caído una bomba habríamos sido, de no morir en el momento, enterrados en vida. Ya se dieron casos.
[...]
Mi querida Gabriela, me siento tan abrumada ante palabras tan hermosas y tan cariñosas hacia mí, que no me salen las palabras. ¿Gracias? No, creo que es poco, muchas, muchas, muchísimas gracias, estoy muy contenta de haberte encontrado y de que me permitas contar con tu amistad. Recibe un cariñosísimo abrazo.
Esa jovenzuela nos demuestra que nunca es tarde para nada. Me daré tiempo para visitarla. Gracias por la recomendación. Saludos desde México. Hilda
ResponderEliminarQuerida Gaby, que rico este blog que has encontrado y que ahora compartes con tus lectores. Yo tambien pienso visitarlo. He tenido que leer con un nudo en la garganta, pensando que esa guerra ya paso, pero que aun hay otras donde de seguro los temores y sentimientos seran los mismos. Que terrible mal este de las guerras. Ojala un dia esten prohibidas en el mundo y solo se hable de ellas en pasado.
ResponderEliminarSilvana
Así es Hilda, es admirable que esta jovenzuela no se quede mirando ver pasar las cosas mientras dice "esto no es para mí".
ResponderEliminarEl blog ha sido todo un hallazgo dominguero, Silvana. Esta señora es de lo más simpática. Sobre las guerras, quizá terminen en los hechos, pero lo cierto es que muchas veces se quedan dentro de las personas que las vivieron.
Hola Gabriela:
ResponderEliminarTe agradezco que hayas detectado un blog magistral y ejemplar como el que alabas y que compartas ese descubrimiento.
Un abrazo.
Querida Gabriela, no sé qué decir, la verdad es que me siento abrumada por las palabras tan bonitas que me dedicáis tu y tus lectores. ¡Si me vais a sacar los colores! jajaja.
ResponderEliminarMuchas gracias Gabriela, me siento muy afortunada por haber encontrado a una persona de tan gran corazón como tú. Recibe un beso muy cariñoso de Una pobre pensionista.
PS: Prometo pasar mas a menudo por tu blog, es precioso.
De nada Esteban, Ya vi que te has dado una vuelta por el blog. Espero que te haya gustado.
ResponderEliminarDe vez en cuando no viene mal sacar a los colores a dar un paseo, rica pensionista. Hace bien al ego.
ResponderEliminarA ver con qué nos regalarás este fin de semana.
Impresionante ese blog que comentas, voy a visitarlo de hecho, y como dices tu, las guerras suelen terminar pero quedan para siempre en la gente que las tuvo que vivir en carne propia.
ResponderEliminarA muchos de los españoles que viven por acá les quedó la costumbre de comprar mucho, llenarse de enlatados y tener la alacena a full para que nunca falte nada de nada.
Y cuando hablas de gastronomía, claro te dicen, "¿que me gustaba? se comía lo que se podía..." y esa frase te deja mudo.
Interesantísimo. Y ahora mismo enlazo la bitácora. ¡Me encanta! Un saludo y gracias por la visita.
ResponderEliminarPara que veas, Katia, la cantidad de años que han pasado desde que terminó esa guerra, y quienes la vivieron se han quedado con esa cosa de 'aprovisionarse' por si acaso.
ResponderEliminarGracias mil, DasGretchen, por la visita y por el enlace al blog.
Inmediatamente iré a conocer este blog, la guerra , el hambre , la falta de amor y la violencia dejan secuelas profundas cen las personas y cambian totalmente la visión de las cosas.
ResponderEliminarBesos
Eso es totalmente cierto, Cíber, pero esta señora guarda recuerdos que ella misma dice que, a la luz del tiempo transcurrido, a veces hasta gracia le causan. Como le dije en un comentario, ni pizca de amargura a pesar de que se nota que ni ella ni su familia lo pasaron bien en esos tiempos.
ResponderEliminarCon más personas así, el mundo sería definitivamente mejor.
Gabriela, What a beautiful dedication. He sounds like an incredible person. Its wonderful to have a record of the war first hand - but terribly emotional and heartbreaking too. You bring such sincerity and caring to the blogosphere.
ResponderEliminarEfectivamente, rica pensionista
ResponderEliminarPues gracias por compartir ese hallazgo. Es realmente bueno.
ResponderEliminarAhora con lo de Gaza me imagino cuan vigente estan esos recuerdos, ojala el mundo se uniera para evitar mas guerras.