Era una tarde cualquiera de esos días soleaditos que nos regaló julio de 2008. Yo estaba en una avenida de doble sentido de Miraflores intentando cruzar la pista.
Del otro lado de la pista que yo quería cruzar venía una mujer joven con un bebé en su coche. Presumo que eran madre e hijo. El niño tendría unos ocho meses, o por lo menos edad suficiente como para estar bien sentado, agarrado con ambas manos al tablero del coche. Tenía un gorrito amarillo que le tapaba la cabeza, pero le dejaba toda la cara libre para seguir con mucha atención lo que pasaba a su alrededor. Volteaba continuamente la cabeza de izquierda a derecha y viceversa, mirando los carros pasar.
No sé por qué ese bebito despertó mi curiosidad, y decidí quedarme ahí para poder verlo de cerca cuando el dúo pasara a mi costado.
La madre cruzó el primer carril de la pista sin problema. Subió el coche a la berma y lo bajó para cruzar el segundo carril usando la rampa que está ahí con ese fin. Al bajar, no se dio cuenta de que la pista tenía un bache, que provocó que el bebé se fuera con toda su humanidad hacia atrás. Vi cómo sus piecitos se levantaron y volvieron a su sitio en cuestión de segundos. Él seguía muy atento a todo lo que pasaba a su alrededor.
Terminaron de cruzar la pista y, al llegar a la vereda, nuevamente la madre no se dio cuenta de un desnivel, bastante más grande que el primero. Otra vez, el niño se fue con todo él hacia atrás, en un choque de su espalda con la parte posterior del coche un poco más violento que el anterior, obviamente sin mayores consecuencias... aparentemente.
Inmediatamente después de eso, el niño volteó hacia su madre y le lanzó una mirada que parecía decirle: "¡¿QUÉ TE PASA?! ¡TEN MÁS CUIDADO!" Con mayúsculas además.
Vi su cara claramente, ya estaban a un metro de mí.
No pude evitar reírme. La madre también rió, lo miró, le pidió disculpas entre risas y mimos y siguieron su camino.
Una simple historia simple, pero inolvidable.
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Imagen de Google Images
Felicitación
Hace 12 horas
ja ja! que chicos!
ResponderEliminarGabriela! nos acordamos hoy y prometo "Una oracion por todos los afectados."
Ayer traté varias veces de escribir un mensaje en Global Voices, agradeciéndote la traducción; pero GV no me dejó...
te lo quería agradecer ayer en tu blog, pero se me pasó el tiempo... lo hago ahora!
Qué bonita tu simple historia simple, Gaby. La has descrito tan bien, que uno ve realmente todo lo que tu viste. Gracias.
ResponderEliminarGracias Marta. Y si vi tu comentario en GVO en la traduccion sobre la blgosfera rusofona.
ResponderEliminarGracias Anonimo... pero, ¿podrias darme alguna pista de quien eres?
pude ver la escena perfectamente... me gusto mucho el final!
ResponderEliminarcarmen
Que graciosa historia Gaby y por suerte en este caso la madre fué conciente de los samacones y luego le pidió disculpas a la pobre criaturita. Acá veo situaciones espantosas, donde las madres inconcientes van con los cochecitos bien por adelante y creen que eso ya es suficiente para que el resto de la humanidad se vaya abriendo paso y sino te pasan por encima. Aunque lo peor de todo es cuando las ves cruzar la pista por el medio y los carros pasando, con esa creencia de que tener el cochecito con un bebé ya es suficiente para que se detenga el mundo entero, sin darse cuenta el peligro al que lo exponen...eso me aterra y ni te cuento lo que me dan ganas de hacerles a esas madres :)
ResponderEliminarBesos
Espero que, en proximos paseos, la mama tenga mas cuidado con los baches en la pista.
ResponderEliminarMe parece terrible lo que cuenta Katia, sobre todo porque habla de una ciudad tan cosmopolita como Buenos Aires.
Hay cada niño...
ResponderEliminarlindo y simple el relato,parecia cm si estuviera viendolo.
ResponderEliminarsoy argentina y por casualidad entre y me gusto.
pasate x el mio si tenes ganitas!!
www.nadasoloyo.blogspot.com
mch suerte!!
saluditos...
genial este articulo y creo que esta muy bueno, pero la cara del niño la viste tal cual, eres terrible.
ResponderEliminarCreo que los niños sienten todo mejor que los adultos
Besos xxxxx
Carolina: yo me pongo a pensar lo que debe ser estar en un pequeño vehiculo que se bambolea tanto... ¡si cuando pasa en un carro nos sentimos todos sacudidos! Y si, la mirada del niño fue tan expresiva que con sus ojos lo dijo todo.
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