En mis últimos años en la universidad, mis amigos y yo adquirimos la costumbre de comprarle churros a un señor que tenía (y todavía tiene) una carretilla en una esquina de la Av. Arequipa, en Miraflores, muy cerca de lo que alguna vez fue la Casa Marsano y a pocas cuadras del Colegio de Ingenieros del Perú.
Cuando pienso en esos días, recuerdo los churros como una de las delicias más grandes del mundo... aunque admito que la nostalgia de tiempos pasados puede contribuir con esa percepción. Y a pesar de ver al señor en la misma esquina vendiendo sus churros, nunca más volví a comprárselos. Quizá para no romper la magia, no lo sé.
Un día, hace poco más de dos años, iba camino al dentista, cerca de la Av. Aramburú. Cuando pasé frente al local de un organismo internacional que queda por ahí, vi al señor de los churros, en persona, delante de mí. Seguía vendiendo su mercadería, con una carretilla impecablemente pintada de blanco, como siempre, pero esta vez tenía signos distintivos de la Municipalidad de Surquillo.
Pensé que habría tenido problemas en Miraflores y que había mudado su negocio a Surquillo. En verdad, no hay mucha distancia entre ambos puntos. Me pareció lo más lógico y en verdad no le di más vueltas al asunto. Bastante tenía con la idea de la visita al dentista.
Exactamente dos semanas más tarde, en una nueva visita al dentista, vi al señor de los churros en su esquina tradicional de la Av. Arequipa... con signos distintivos de Miraflores en su carretilla. Me extrañó muchísimo, y mentalmente lo tildé de comodín, incluso de tránsfuga, por usar un término de triste recordación en nuestro Perú.
Mayor fue mi sorpresa cinco minutos más tarde, cuando vi al señor de los churros en la Av. Aramburú... con la carretilla llena de signos distintivos de Surquillo.
Lo miré detenidamente al pasar, me fijé atentamente en su cara y me di cuenta de que, si bien era enormemente parecido, no era el mismo señor. Era definitivamente su hermano, quizá hasta su gemelo.
Me reí sola, hasta ahora me río cuando lo recuerdo.
Nunca me he animado a preguntarle a ninguno de ellos acerca de esto. Pero ahí siguen los dos, poniendo sus churros recién hechos en mini bolsitas de papel, cada uno en su respectivo lugar de siempre.
Si pasan por alguna de esas esquinas, no duden en comprarles churros. Y si se animan a preguntarle a cualquiera de ellos por el otro, por favor, cuéntenme qué responde.
Cuando pienso en esos días, recuerdo los churros como una de las delicias más grandes del mundo... aunque admito que la nostalgia de tiempos pasados puede contribuir con esa percepción. Y a pesar de ver al señor en la misma esquina vendiendo sus churros, nunca más volví a comprárselos. Quizá para no romper la magia, no lo sé.
Un día, hace poco más de dos años, iba camino al dentista, cerca de la Av. Aramburú. Cuando pasé frente al local de un organismo internacional que queda por ahí, vi al señor de los churros, en persona, delante de mí. Seguía vendiendo su mercadería, con una carretilla impecablemente pintada de blanco, como siempre, pero esta vez tenía signos distintivos de la Municipalidad de Surquillo.
Pensé que habría tenido problemas en Miraflores y que había mudado su negocio a Surquillo. En verdad, no hay mucha distancia entre ambos puntos. Me pareció lo más lógico y en verdad no le di más vueltas al asunto. Bastante tenía con la idea de la visita al dentista.
Exactamente dos semanas más tarde, en una nueva visita al dentista, vi al señor de los churros en su esquina tradicional de la Av. Arequipa... con signos distintivos de Miraflores en su carretilla. Me extrañó muchísimo, y mentalmente lo tildé de comodín, incluso de tránsfuga, por usar un término de triste recordación en nuestro Perú.
Mayor fue mi sorpresa cinco minutos más tarde, cuando vi al señor de los churros en la Av. Aramburú... con la carretilla llena de signos distintivos de Surquillo.
Lo miré detenidamente al pasar, me fijé atentamente en su cara y me di cuenta de que, si bien era enormemente parecido, no era el mismo señor. Era definitivamente su hermano, quizá hasta su gemelo.
Me reí sola, hasta ahora me río cuando lo recuerdo.
Nunca me he animado a preguntarle a ninguno de ellos acerca de esto. Pero ahí siguen los dos, poniendo sus churros recién hechos en mini bolsitas de papel, cada uno en su respectivo lugar de siempre.
Si pasan por alguna de esas esquinas, no duden en comprarles churros. Y si se animan a preguntarle a cualquiera de ellos por el otro, por favor, cuéntenme qué responde.
queremos fotos!
ResponderEliminarme encanta(ba)n los churros!
en cl se comen en la playa solamente.
Claro que... engordan!
ja ja, qué importa! salimos a correr y ya los bajamos.
Precioso tu relato, gracias!
Hola Gabriela, llego a tu blog por mi mamá, que buscando el blog de una amiga mía bloggera, terminó dando en el tuyo y me lo pasó a mi por que le pareció gracioso que todas hablamos de lo mismo...churros.
ResponderEliminarTe paso el link de mi amiga cordobesa para que veas a que me refiero http://lamajuluta.blogspot.com/2008/05/churros-en-miraflores.html Viendo tu blog, que me parece muy bueno, leí que tu parte materna es de la selva, en mi caso el que era de la selva, de Nauta, era mi papi. Y otra cosa en común es que veo que eres abogada, yo vivo en Bs As y estoy casada con un abogado jja..varias cosas en común.
Besos,
Katia
Hola Gabriela, tengo que decir que se me ha puesto un poquito la piel de gallina con tantas coincidencias... es que soy de emocionarme yo.
ResponderEliminarHas leído que una amiga va a estar por allá en los días? A lo mejor le podemos decir a ella que le pregunte. ;)
La vida es como un sueño y los churros... los churros también. :D
Hola Gaby, que bacan saber que hay buenos churros en ambulantes todavia, claro esta, prefiero los de Manolo´s en Larco, lo que si no recomiendo para nada son esos que quedan en larcomar, hace buen tiempo fui con Claudia y una amiga y los tres nos dimos una intoxicada grave, al parecer estos malditos no cambian el aceite (para ahorrar supongo)y frien con aceite recontra usado lo cual es toxico. Asi que por favor no se arriesguen, el malestar fue realmente espantoso, me dolia la cabeza, el cuerpo, el estomago, sin contar que hasta me deshidrate por ir al baño. Asi que prevenido estan. Saludos y fotos pues Gaby!
ResponderEliminarpor favor pueden publicar la receta no la que se prepara con masa cosida y maquina churrera la receta de los churos que venden en el centro de lima los arrolladitos a mi y a mis hijos les gustaron ahora que estoy fuera del pais quiero prepararlo la que los otros la se gracias
EliminarCreo que todavia me falta "alma periodistica"... deberia andar con mi camara, pero es que no siempre se puede.
ResponderEliminarTratare de solucionar esto.
Sabés que gracias a Marcela, sus churros y los tuyos también, hice un post de churros, ahora regalé la churrera para no seguir engordando
ResponderEliminarMe encantan los churos solos , o rellenos de chocolate o dulce de leche !!!!
ResponderEliminarGrax por pasar por mi blog .
Un beso , cuidate .
Nancy
Para mí, Nancy Abunany, los mejores son y serán siempre los churros rellenos con manjarblanco (dulce de leche)... pero los otros que mencionas son igualmente ricos.
ResponderEliminarSabes Gabita, que cuando estoy
ResponderEliminardeprimida, vuelvo a leer tus posts
y asi me entretengo y vuelvo a son-
reir.Esta ultima vez que estuve en
el Peru,te iba a pedir que me lle-varas a conocer al Sr.de los chu -
rros y asi de paso probar mas que
unos cuantos, pero, nos vimos solo
un par de veces y con todo el pro-
blema del tramite del DNI, no me
quedo tiempo para nada y lo olvide
pero,la proxima desde ya ye compro-
meto "OK".No importa que engorden.
Te quiero, Cotiti.