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Los tres habían pasado un día muy especial. Salieron temprano, almorzaron en un sitio que eligieron entre todos. La comida fue un poco accidentada, todo lo accidentada que puede ser una comida con un niño pequeño. Nada grave, nada que echara a perder el buen ánimo y las ganas de estar juntos.
Después quisieron ir al cine, pero debieron descartar la idea porque no lograron ponerse de acuerdo sobre qué película ver. Antes de aguantar caras largas, el hombre prefirió irse a un parque cercano a su casa donde los niños pudieran jugar y cansarse un rato. Sobre todo el más chico.
Cuando ya era evidente que el día se estaba convirtiendo en noche, emprendieron el regreso a casa. Salieron del auto, los niños corrieron a la puerta del departamento ansiosos por entrar rápido. El hombre los siguió a pocos pasos.
Al llegar a la puerta, el hombre metió la mano al bolsillo para sacar la llave de la casa. No la encontró. Buscó en los demás bolsillos. Nada. Volvió a buscar en todos los bolsillos, pero no encontró la llave. Entonces, como un chispazo, se le vino a la mente la llave, su llave, en la mesa de la sala de estar. En sus idas y venidas antes de salir, al ver la llave en la mesa pensó repetidamente: "mejor me meto la llave al bolsillo de una vez, no vaya a ser que me la olvide".
Era evidente lo que había pasado. Al salir no se dio cuenta, la señora que los ayuda en la casa casi acababa de llegar y se iba a quedar haciendo los quehaceres. Por eso, en ese momento, el hombre no se dio cuenta de que no tenía la llave porque no cerró con llave. Simplemente cerró.
Se volteó hacia sus hijos para contarles la situación en la que estaban. La niña se preocupó, el niño solamente entendió que no iban a poder entrar a la casa un rato.
Padre e hija empezaron a pensar en soluciones. La mejor opción sería llamar a un cerrajero que aplicara su arte para abrir la puerta sin la llave, pero ¿dónde encontrarían un cerrajero un sábado casi a las siete de la noche?
Otra opción era llamar a la señora que los ayuda en la casa para decirle que iban a su casa a recoger la copia que ella tiene. La señora no vive precisamente cerca, pero a grandes males, grandes remedios. Pero esa opción quedó descartada cuando la señora le dijo que ella no tenía la llave nueva, que la suya era para la cerradura que tenían antes.
De repente, el hombre vio un tenue rayo de luz al final del túnel. Recordó algo. Sin dar explicaciones, les dijo a sus hijos que lo siguieran.
Los tres llegaron al auto, el hombre muy seguro, los niños sin entender nada. Por primera vez renegó de su decisión, que más de uno había cuestionado, de tener sus llaves separadas. De haberlas tenido juntas se hubiera dado cuenta esa mañana antes de partir de que no tenía la llave de la casa. Que solamente tenía la del auto. Y lo hubiera solucionado rápidamente.
Pero no debía pensar en eso ahora.
Se aferró a su tenue rayo de luz al final del túnel. El día que cambiaron la cerradura de la puerta de entrada, él sacó dos copias adicionales de la llave nueva. En la confusión de ponerse las llaves nuevas en el bolsillo, una se cayó debajo del asiento del conductor. Por más que buscó y rebuscó en ese momento, no logró encontrar la llave. Y decidió dejar la búsqueda para más adelante.
Les dijo a sus hijos: "busquemos bien por todos lados del auto, debajo de las alfombras, debajo de los asientos, en todas las ranuras. La solución a nuestro problema está aquí".
Con una calma que lo sorprendió, entre bromas y risas de sus hijos, entre canciones para no perder el buen humor, miraron por todos los resquicios del auto... hasta que encontraron la llave.
No hace falta decir que desde ese día, el hombre lleva un solo llavero en el bolsillo, con llaves de auto y casa juntas.
Gracioso. Cada quien con sus preferencias. Mi problema es que nunca recuerdo si cerré la puerta. Tengo la llave, pero a veces debo regresar y empujar la puerta. A muchas amigas les pasa lo mismo. Estamos buscando una manera de caer en eso. Al menos, nos acompañamos.
ResponderEliminarNo estás sola en esto, y ya se sabe que "una pena entre dos es menos atroz".
EliminarEstá mañana regrese a casa después de caminar dos cuadras para verificar si habia cerrado la puerta. Me enseñaron a decir mientras cierro "estoy cerrando la puerta, estoy cerrando..."
ResponderEliminarBuen consejo, así no queda la más mínima duda de haber cerrado la puerta.
EliminarTudo acabou bem! Bendita chave perdida e esquecida no carro!
ResponderEliminarBoa semana.
Beijo
Bendita sea, y bendito sea el hombre que lo recordó en el momento justo.
EliminarMenos mal que el hombre se "iluminó" con la llave del coche... Ya nos estábamos angustiando con el tema, a causa de que fuera de noche, y de que los niños fueran pequeños. Pero tu historia tuvo un final feliz, acompañado de bromas, risas y canciones.
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
Felizmente todo acabó bien, que con niños pequeños la cosa es bien diferente.
EliminarQué angustia! Me imagino el susto de los niños de tu historia, cuando eres niño todo se dramatiza más.
ResponderEliminarYo creo que, al menos el más pequeño, lo tomó como algo gracioso eso de ir y venir del departamento al auto y de vuelta. Felizmente para esta familia, todo acabó bien.
EliminarQue buena��
ResponderEliminarY qué suerte también.
EliminarDichosas llaves que nos dan más de un quebradero de cabeza.
ResponderEliminarVolviendo después de tres meses con problemas.Gracias a dios ya resueltos.
Besos.
Hola Laurita, qué bueno verte por acá de nuevo. Yo pensaba que andabas de gira con otros amantes de las Vespa aprovechando el verano europeo.
EliminarFelizmente, pudiste resolver los problemas, y que no vuelvan más.
Felizmente que tudo acabou bem. Nos anos 60 era eu uma jovem recém casada que saí a passear com o marido. Saímos batendo apenas a porta, naquele tempo, raramente se fechava uma porta com chave. Eu pensei que o marido tinha a chave e ele pensou que eu tinha. Quando voltámos verificamos que nenhum tinha chave. E morávamos num terceiro andar, cujas varandas ficavam em cada ponta do prédio,não adiantava, pedir à vizinha para saltar de uma varanda para a outra. E como era domingo não havia quem chamar. O marido que era militar, disse:
ResponderEliminarSe der um pontapé com força logo abaixo da fechadura, faço soltar o trinco. E sem mais tomou balanço e deu um forte pontapé na porta, abrindo um enorme buraco na porta, por onde passou o pé e perna até quase à coxa.
É que a porta era formada por duas finas lâminas de madeira, no interior e exterior, separadas uma da outra por grossas ripas de madeira a toda a volta, sendo rodo o resto da porta oca.
Resultado No dia seguinte tivemos que comprar uma porta nova, e em 50 anos nunca mais esquecemos a chave.
Abraço
Bienvenida, Elvira, qué bueno verte por acá.
EliminarVaya historia, pero seguramente es la mejor manera de no volver a olvidarse de la llave.
Es excelente, Gabriela, llevar todas las llaves "en un solo lote"...hasta que se te pierdan todas juntas.
ResponderEliminarEsa no es la idea, pero claro que es posible. Esperemos que el hombre de la historia tenga más cuidado en adelante.
EliminarSiempre ando con las llaves en la mano pues una vez me robaron la cartera con mis llaves dentro y al regresar a casa no pude entrar durante muchas horas pues mis hijos estaban en el trabajo y no queria interrumpir. De modo que una vecina me ayudó a esperar que pasaran las horas hasta que regresen mis hijos.
ResponderEliminarPor eso, y por precaución, tengo un juego de llaves donde una vecina, pues la experiencia enseña.
Un abrazo.
Felizmente tuviste con quién compartir la espera, pero seguramente nunca más olvidaste las llaves.
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