A pocos metros del hemiciclo dedicado a Benito Juárez, un hombre lee un libro tranquilamente. Hace caso omiso al ruido y la prisa de las personas que caminan delante de él, permanece sin levantar los ojos de las líneas que lo mantienen ocupado. De repente, levanta la cabeza como si una fuerza superior lo impulsara. Deja el libro a un costado, se inclina hacia adelante y pone toda su atención en el coche de bebé que tiene delante. El bebé que dormía plácidamente, a pesar del ruido y la prisa, acaba de despertar. Hora de cerrar el libro y emprender la caminata con el niño, que va atento a todo.
Una señora elegantemente vestida va por la calle. Tiene un abrigo largo de llamativo color rojo. Camina muy erguida, casi parece una modelo, sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha, solamente mira al frente. Todo su pelo es perfectamente canoso, su cartera es plomo oscuro, al igual que su pantalón. De cerca se nota que lleva aretes de plata que se mecen al ritmo de sus pasos. Camina sin ruido y sin prisa, con ritmo que nada detiene. Casi hasta parece tener un pacto con los semáforos, pues las luces rojas se tornan verdes cuando ella llega a la esquina, por lo que su paso no se detiene.
En la Basílica de Guadalupe, una mujer reza con los ojos cerrados, muy concentrada en su diálogo con la Lupita. No se distrae con nada, ni con las voces de la concurrencia que responde a las palabras del sacerdote, ni con las personas que pasan a su lado en su afán de ver a la virgen un poco más de cerca. No abre los ojos en ningún momento, no deja de mover los labios en esa conversación silenciosa que la tiene abstraída del mundo.
Desde lo alto de la Basílica de Guadalupe, se divisa casi toda la enorme Ciudad de México. Miles de construcciones se ven a izquierda y derecha, miles de ventanitas abiertas y cerradas se distinguen a la distancia, por todos lados hay infinidad de autos avanzan en ordenadas filas multicolores que evocan hormiguitas. Pensar que en cada una de esas ventanitas, en cada uno de esos autos que parecen filas de hormiguitas multicolores hay una multitud personas con historias propias, con preocupaciones, sueños, alegrías y aspiraciones propias, como las que hay en todas las ciudades y en todos los pueblos de todos los países del mundo.
*mexiquenses: natural del estado de México, en la república mexicana.
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Una señora elegantemente vestida va por la calle. Tiene un abrigo largo de llamativo color rojo. Camina muy erguida, casi parece una modelo, sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha, solamente mira al frente. Todo su pelo es perfectamente canoso, su cartera es plomo oscuro, al igual que su pantalón. De cerca se nota que lleva aretes de plata que se mecen al ritmo de sus pasos. Camina sin ruido y sin prisa, con ritmo que nada detiene. Casi hasta parece tener un pacto con los semáforos, pues las luces rojas se tornan verdes cuando ella llega a la esquina, por lo que su paso no se detiene.
En la Basílica de Guadalupe, una mujer reza con los ojos cerrados, muy concentrada en su diálogo con la Lupita. No se distrae con nada, ni con las voces de la concurrencia que responde a las palabras del sacerdote, ni con las personas que pasan a su lado en su afán de ver a la virgen un poco más de cerca. No abre los ojos en ningún momento, no deja de mover los labios en esa conversación silenciosa que la tiene abstraída del mundo.
Desde lo alto de la Basílica de Guadalupe, se divisa casi toda la enorme Ciudad de México. Miles de construcciones se ven a izquierda y derecha, miles de ventanitas abiertas y cerradas se distinguen a la distancia, por todos lados hay infinidad de autos avanzan en ordenadas filas multicolores que evocan hormiguitas. Pensar que en cada una de esas ventanitas, en cada uno de esos autos que parecen filas de hormiguitas multicolores hay una multitud personas con historias propias, con preocupaciones, sueños, alegrías y aspiraciones propias, como las que hay en todas las ciudades y en todos los pueblos de todos los países del mundo.
*mexiquenses: natural del estado de México, en la república mexicana.
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Muy bonitas tus estampas, parece que se pueden observar desde aquí. En cada ciudad hay personas y situaciones tan parecidas y tan diferentes. Solo hay que observarlas como lo haces tu. Suerte.
ResponderEliminarEs que las personas son iguales, sin importar el lugar donde estén o donde las veamos.
EliminarComo se ve, en todas partes hay seres con sus problemas, sus devociones, sus apuros y su modernidad, por lo tanto es importante saber vivir nuestras alegrias y preocupaciones pensando en que sabremos salir adelante.
ResponderEliminarCierto, Yvette, gente común y corriente que vive su día a día.
EliminarMuy buena descripción de estas estampas mexiquenses. Y detallada la de esa señora de rojole vistes hasta los pendientes ;)
ResponderEliminarBuen fin de semana.
En España tenemos un gran "puente"
Un beso.
Es que andaba bastante cerca la señora, fue fácil verla completa.
EliminarCon la imaginación y gracias a tus letras he viajado contigo
ResponderEliminarBesos
Me alegra haberte llevado a pasear, Norma.
EliminarGabriela, as tuas descriçoes são perfeitas. Gostei particularmente da senhora de vermelho que caminhando, domina o ritmo dos semáforos.
ResponderEliminarBom domingo.
Beijo da Nina
Era un poema verla caminando, Nina, muy especial.
EliminarMe encantaría saber que perfume usa esa señora, todo parece perfecto en ella.
ResponderEliminarGracias por el paseo amiga.
Besos.
Efectivamente, Fernando, era perfecta. Como se dice, una pinturita. Inolvidable.
EliminarTambién nos gusta observar a las personas, Gabriela, e imaginar cual será su historia... ¡Pero no seríamos capaces de describirlas con tanto encanto como lo haces tu!
ResponderEliminarUn beso fuerte de las dos
J&Y
Hay veces en que la historia se desarrolla frente a nuestros ojos, y se hace fácil "leerla".
EliminarOlá Gabi, em primeiro lugar quero agradecer sua amável visita lá no meu recanto...
ResponderEliminarE assim vamos todos, cada qual com suas alegrias, prazeres, preocupações e fé...
Te abraço com carinho!
Marilene
Me alegraron mucho tus buenas noticias, Marilene.
EliminarExcelente estudio humano, en medio de tanta historia.
ResponderEliminarTienen, Gabriela, una cámara sintetizadora de sensaciones, emociones y captación de reacciones de tus semejantes a flor de piel...y de computador.
Gracias, Esteban. En verdad, las imágenes e historias están a la vista. Creo que es cuestión de saber "escucharlas".
EliminarMe suele pasar que si visito un lugar, me fijo en sus gentes...
ResponderEliminarMuy bueno este tu viaje y tu forma de contarnoslo.
Besitos muchos
Así he visto en tu blog, Inma, sabes descubrir muy bien lo que está dentro de quienes te rodean.
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