A continuación presento un relato enviado por alguien que lee este blog y comenta con frecuencia. Se animó a mandar este texto para que yo lo publique.
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Soy de la generación que vio la llegada de la televisión, en blanco y negro por supuesto. El cine era nuestra principal distracción, y a la sección del periódico que publicaba el listín de películas, cines y horarios, la llamábamos "la página cultural".
Vimos El Padrino con Marlon Brandon en la mezzanjne del cine Alcázar (hoy un moderno multicines) y La Novicia Rebelde en el cine Roma (hoy una oficina estatal). Recuerdo esos cines de barrio que ahora son templos evangélicos.
Cuando estrenaban una película de esas famosas y esperadas, íbamos a partir de las 11 de la mañana a hacer cola para conseguir las entradas, y ya volvíamos tranquilos a la hora de la función. Nadie se metía en la cola y todo el mundo respetaba asientos y horarios.
¿Por qué me vienen esos recuerdos que mi nieto consideraría prehistóricos? Porque la vida cambia día a día, y ahora todo es más fácil. Se acabaron las colas de las 11 de la mañana, ahora compras las entradas por internet, escoges tu asiento y llegas al cine a la hora señalada.
Lo bueno es que la televisión y los videos no han llegado a desplazar el inigualable placer de ir al cine. Cambiados, modernos, pero acogedores para entrar con la canchita saladita y crocante. Como ese inolvidable Cinema Paradiso, donde Alfredo enseñó a Totó a proyectar los rollos de esas entrañables películas en blanco y negro que ahora son verdaderas reliquias para los cinemeros. Y para escuchar esas frases célebres que alguien tuvo la excelente idea de escribir en las columnas de un gran complejo de cines ubicado frente al mar limeño.
¿Vamos al cine?
¡Vamos!
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Soy de la generación que vio la llegada de la televisión, en blanco y negro por supuesto. El cine era nuestra principal distracción, y a la sección del periódico que publicaba el listín de películas, cines y horarios, la llamábamos "la página cultural".
Vimos El Padrino con Marlon Brandon en la mezzanjne del cine Alcázar (hoy un moderno multicines) y La Novicia Rebelde en el cine Roma (hoy una oficina estatal). Recuerdo esos cines de barrio que ahora son templos evangélicos.
Cuando estrenaban una película de esas famosas y esperadas, íbamos a partir de las 11 de la mañana a hacer cola para conseguir las entradas, y ya volvíamos tranquilos a la hora de la función. Nadie se metía en la cola y todo el mundo respetaba asientos y horarios.
¿Por qué me vienen esos recuerdos que mi nieto consideraría prehistóricos? Porque la vida cambia día a día, y ahora todo es más fácil. Se acabaron las colas de las 11 de la mañana, ahora compras las entradas por internet, escoges tu asiento y llegas al cine a la hora señalada.
Lo bueno es que la televisión y los videos no han llegado a desplazar el inigualable placer de ir al cine. Cambiados, modernos, pero acogedores para entrar con la canchita saladita y crocante. Como ese inolvidable Cinema Paradiso, donde Alfredo enseñó a Totó a proyectar los rollos de esas entrañables películas en blanco y negro que ahora son verdaderas reliquias para los cinemeros. Y para escuchar esas frases célebres que alguien tuvo la excelente idea de escribir en las columnas de un gran complejo de cines ubicado frente al mar limeño.
¿Vamos al cine?
¡Vamos!
Qué verdad más grande... Se habrá dado agilidad con las nuevas tecnologías, pero el encanto de ir a los antiguos cines y esperar esas colas con paciencia y buen talante lo echamos de menos. En nuestra tierra también se han ido perdiendo esos enormes cines de barrio, dando paso a los multicines con cientos de salas pequeñas. Eso da variedad a la eleción de qué película ver, pero insistimos... Nos quedamos con el sabor del pasado...
ResponderEliminarBesos a montones de las dos.
J&Y
Espero que eso nunca se pierda. Ya perdimos la magia de recibir cartas y paquetes por correo, ya casi nadie llama por teléfono... espero que al cine le quede larga vida.
EliminarOlá, Gabriela! É verdade! Nada substitui o cinema e todo o ritual que o envolve.
ResponderEliminarBeijinhos. Tem um bom dia!
Nina
La mejor parte es llegar temprano y elegir EL sitio. Yo tengo el mío en cada sale de cine.
EliminarEs cierto que todo ha cambiado, pero hoy como lo dice la autora del texto hay otras comodidades, por ejemplo el tema de ir antes a sacar entradas, hoy lo hacemos por Internet. He vivido en la misma época y en otro país, las mismas situaciones, pero es así, hay que adaptarse y ver las mejorias. Hermoso relato.
ResponderEliminarmariarosa
Claro, hay que ver las mejoras, y agradecer que la magia del cine sigue vigente.
EliminarRecuerdo que esperábamos los jueves para ver los estrenos. Claro que es mucho más fácil comprar las entradas por Internet, ventajas del progreso. Lo importante es disfrutar de una buena película.
ResponderEliminarSí, y que no haya impertinentes que se pasen hablando toda la película. Lamentablemente, esos tampoco dejarán de ser parte de una jornada cinemera.
EliminarCambios y mas cambios... modernismos y mas modernismos, y nosotras las mayorcitas tratando de mantener el equilibrio entre el pasado y el veloz y tambien agradable presente.
ResponderEliminarNo dudo que sabes hacerlo con mucho arte, Yvette.
EliminarMe parecen "de película" los recuerdos de infancia y adolescencia, en que era un rito ir cada domingo a la llamada matiné aquí en Chile, proyectada en el cine de barrio más cercano, con seriales en que el "bueno" quedaba a merced de los malhechores...hasta el capítulo del domingo siguiente.
ResponderEliminarLuego daban la película principal, la que yo abandonaba a la mitad porque quería irme a mi casa a escuchar fútbol por radio.
Son imágenes imborrables, imposibles de acomodar al mundo de hoy.
Cada época tiene su encanto, Esteban, y por eso después las recordamos con nostalgia.
EliminarEn serio?
ResponderEliminarEn serio.
EliminarO.o
Yo prefiero estos tiempos.
EliminarPara muchas cosas, yo también. Lo que no extrañaría nada de estos tiempos es la gente pegada a pantallitas minúsculas que no viven por estar pendientes de ME GUSTA y demás.
EliminarBueno, si empre hay una razón.
EliminarFelizmente, José.
EliminarCuando le cuento a mis hijos recuerdos de estos, miran con cara de asombro, no se imaginan la vida de hace unos años Gabriela, y vivíamos quizás más felices que ahora sin tanta dependencia de tecnología moderna. que nos tiene pegados a Pcs y móviles y que algunos no pueden vivir sin ellos.
ResponderEliminarUn beso.
Definitivamente, Laura, no creo que nadie extrañe esos tiempos en que se hacía cola para desde horas antes comprar entradas para una película. Algunas cosas mejor que no regresen.
EliminarHola solo vengo a saludarte, llevo mucho tiempo retirada del ordenador. Besos
ResponderEliminarGracias por darte ese tiempito de pasar por acá, Trini Altea.
EliminarLa verdad hacer colas no me gusta, pero sì me encanta ir al cine, los que màs me gustan son los de estilo pueblo con palomitas y caramelos, tipo "Cinema Paradiso". Desafortunadamente estàn desapareciendo por las multisalas, pero bueno, siempre mejor que quedarse en casa delante del televisor...
ResponderEliminarSaludos Gabriela!
También creo que es mejor ir al cine que quedarse en la casa, Chusa. Es algo que tiene un encanto que ojalá nunca pierda.
EliminarIría sin dudarlo :D
ResponderEliminarIgual por acá.
Eliminar:D
Que buenos tiempos, y cuanta razón hay aquí escrita.
ResponderEliminarMuchos besitos
Toda época tiene su encanto, Inma Luna.
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