martes, 15 de septiembre de 2015

La sombra atemorizante

Esta es otra historia real, que ocurrió hace algunos años.

La casa donde crecí tenía dos pisos. La ventana de una de las habitaciones del segundo piso daba a un techo de calamina que protegía una habitación que originalmente había sido jardín y que luego fue convertida en un pequeño cuarto de estar.

Por esa ventana también se veía el jardín de la casa que estaba detrás de la nuestra por donde ocasionalmente veíamos a lo lejos a diferentes personas pasar caminando. Desde nuestro segundo piso y desde su jardín, estábamos a buena distancia.

Por alguna razón ancestral traída quizás desde su Iquitos natal, la tía Angelita apoyaba un trozo de madera largo, como de medio metro de largo, en la pared de esa habitación y la calamina. La vara de madera quedaba entonces inclinada y al aire libre, apoyada en uno de sus lados en la pared, en el otro en la calamina. El uso que se le daba a la vara así inclinada era el de un tendedero improvisado de ropa muy chiquita, sobre todo toallas pequeñas.

Un día cualquiera, en un momento en que ya no es de día pero tampoco es de noche, cuando hay luz afuera pero dentro de las casas ya hay que tener la luz prendida, tuve la intención de entrar a ese cuarto para buscar algo. Era cosa de entrar y salir, no pensé en ningún momento en prender la luz pues sabía de memoria dónde estaba lo que necesitaba.

Cuando llegué a la puerta, noté que por la ventana, por esa misma ventana donde todos los días la tía Angelita colgaba y descolgaba sus toallitas y pañuelos había alguien al acecho. Desde mi posición lograba ver una sombra, estaba segura de que era una mujer pues tenía pelo largo que ondeaba al viento.

Me quedé petrificada de espanto. De mi boca no pudo salir sonido alguno. Mis pies se quedaron pegados al piso. Hasta el cerebro se me paralizó. No sabía qué hacer. Deben haber sido apenas dos segundos, pero se sintieron eternos.

Finalmente, sin emitir sonido, retrocedí sobre mis pasos y bajé al primer piso muerta de susto. Le conté a mi hermana y el impulso inicial fue no decir nada. Luego lo pensamos mejor, nos dimos cuenta de que no era muy lógico que hubiera una mujer agazapada sobre el techo de calamina. ¿Cómo podría haber llegado ahí sin que se la oyera? Además, ¿qué hacía mirando una habitación vacía sin luz? Con toda certeza, muy poco sería lo que podría ver.

Nos armamos de valor y subimos. Era un valor muy precario, porque al menos yo tenía el corazón latiendo a mil por hora.

Al llegar al mismo punto en que yo había visto a la mujer con el pelo al viento, vi que seguía ahí. Inmóvil, mirando. En un arranque de valor, alguna de las dos prendió la luz. La mujer misteriosa no hizo el más mínimo movimiento al verse atrapada.

Ya con la luz prendida, nos empezamos a acercar y del susto más grande pasamos a la carcajada más sonora. La misteriosa mujer agazapada, la sombra que acechaba, esa intrusa a punto de entrar a la casa por una ventana del segundo piso que se había trepado al techo de calamina de manera incomprensible era una de las tantas toallitas de la tía Angelita. El viento la había hecho volar, la había movido de su posición original hasta ponerla como peluca del palo diagonal.

Ahora que lo pienso, no sé qué hubiéramos hecho si realmente hubiera sido una mujer agazapada, una intrusa a punto de entrar a la casa.
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Feliz día de la independencia a mis amigos mexicanos, chilenos y costarricenses que en estos días celebran un nuevo aniversario nacional.

38 comentarios:

  1. Querida Gabriela, ri com a tua narrativa, ri muito e recordei que também eu, na minha infância, apanhei um enorme susto, similar aquele que viveste. Saí do meu quarto, na penumbra e vi uma sombra deslocando-se na parede oposta. Gelei de meo! Até compreender que era a minha própria sombra!
    A imaginação delirante das crianças é responsável por estes delírios.
    Beijinhos.

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  2. ¡Nos has mantenido intrigadísimas hasta el final, Gabriela! Menuda pareja tu hermana y tu, jajaja No queremos ni pensar si hubiera habido alguien de verdad ahí...

    Un beso enorme de las dos

    J&Y

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    1. Tampoco quiero pensar qué hubiéramos hecho si la sombra hubiera sido una mujer de verdad.

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  3. Cuando era pequeña me asustaba mucho, Ya no, pues hay una época de la vida en que te las tienes que arreglar sola ya que los demás tienen más miedo que una...jejeje!
    Besos

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    1. Lo bueno fue que esa vez, todo fueron ilusiones. Nada era real... felizmente.

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  4. Qué escalofriante, grrrrrr, de solo pensar que había alguien de verdad me da miedooooo, me encantan tus aventuras, besos

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    1. Mejor ni pensar en qué hubiera pasado de haber sido de verdad. Qué miedo.

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  5. Las ocurrencias de la tia Angelita! Asi que su inocente toallita te causó tremendo susto. Pero no pasó de eso felizmente. Feliz aniversario amigos chilenos.

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    1. Y lo más gracioso es que no creo que ella nunca se enteró, porque siguió usando ese método para secar sus toalitas al viento.

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  6. Que buen sustazo que te llevaste pero luego tu VALENTIA por aclarar el misterio, realmente es importante aclarar las cosas para poder tener tranquilidad. Nota... no conocí personalmente a la tía Angelita, pero realmente la quiero un poco pues siempre se refieren a ella con mucho cariño. Un abrazo.

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  7. Jajajjaaa... Vaya con las toallitas de la tia angelita.
    Nos pones siempre en tensión asta el final Gabriela..Menudo susto ;))
    Un beso.

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  8. Hola miga Gabriela, tu historia es de lo más apasionante, que miedo... ¿Pero estas segura que eran las toallitas de de la tía Angelita? o eso es lo que queríais creer. A veces nuestros miedos nos traicionan.
    Besos.

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  9. Que buena anécdota Gabriela, imagino el tamaño susto que te llevaste, el miedo da más leña a la imaginación!
    Saludos!

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    1. Lo bueno fue ver que el miedo no tenía razón porque la sombra resultó no ser nada de lo que imaginábamos, Soñadora.

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  10. También hubo una cabeza con pañuelo en la sala...

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  11. Muchas gracias, apreciada Gabriela, por tu saludo con motivo de nuestro Día Patrio aquí en Chile.

    Dada la delincuencia en aumento crónico actualmente en mi país, supongo que en una situación similar, no nos acecharía una toalla, sino un malhechor (o varios) de carne y hueso y, seguramente, menores de edad porque esos cometen tropelías y no son imputables.

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    1. Soy yo quien te agradece la visita, Esteban, después del fuerte terremoto que han tenido ayer. Leer tu blog me tranquilizó, me hizo saber que por tu parte están bien.

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  12. Lo mejor que hiciste es decir inmediatamente ese incidente atemorizante, porque creo que eso hubiera quedado en ti durante mucho tiempo. Conozco un caso algo parecido que no se contó y la niña quedó casi con un trauma, creo que hasta que lo contó. Bendita tía Angelita, que desde donde estás nos das la oportunidad de recordarte con esta anécdota.

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    1. No éramos tan niñas, pero realmente un susto así es feo a cualquier edad.

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  13. La imaginaciòn de unas sombras... bueno si supieras la imaginaciòn que tengo yo cuando veo juegos de luz, ramas en el jardìn... Con tu anécdota podìas haber creado una historia de fantasmas de tu deliciosa tìa Angelita, pero se desvelò la realidad, los fantasmas no existen...
    qué bien sabes narrar relatos breves, Gabri. Me encantò tu historia

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    1. Por eso mismo prefiero no mirar sobre en el jardín, porque la imaginación vuela y quién sabe hasta dónde llegue.

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  14. Que bonita tu historia Gabriela, es increible como la mente nos juega bromas, nos pone trampas o nos crea problemas. Me encanta como escribes,
    besos, feliz fin de semana!!

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    1. En esta ocasión, Patricia, el problema creado fue totalmente inofensivo, por fortuna.

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  15. Muy buena historia Gabriela. Me quedé con el corazón en un hilo esperando el final y terminé riendo como vos y tu hermana. Muy bien escrito, te felicito.

    mariarosa

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    1. Gracias, María Rosa. Todas terminamos riendo ante un temor innecesario por una sombra que debe haber burlado de las miedosas.

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  16. Jajaj muy buena tu historia Gabriela.......tambien me asusté jajaj...
    Besitos......feliz fin de semana...

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