Después de la historia de los ángeles mecánicos, me mandaron otra historia que con permiso de quien me la envió, publico a continuación.
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Iba yo manejando mi carro por la Vía Expresa, una vía rápida en Lima que tiene pasos a desnivel y puentes. Para salir de la vía, hay varias pistas laterales en subida con espacio para dos carros, de aproximadamente 100 metros de largo.
Subía yo con la mayor tranquilidad, cuando el carro comenzó a fallar y a más o menos a la mitad del ascenso, se apagó sin más. Con mucho miedo, puse el freno de mano mientras trataba de encenderlo una y otra vez. Pero nada. No me quedó otra solución que salir del carro, esperando que a mi lado no pasara otro a gran velocidad.
Dejé el auto a medio camino de la subida con la idea de buscar un teléfono público para pedir una grúa de auxilio mecánico que sacara mi auto, y a mí, de esa peligrosa situación. Eran otras épocas, no había celulares... que fácil sería ahora.
Caminé algunas cuadras, pero no encontré ningún teléfono. Así que regresé a donde estaba mi carro pensando que tal vez podía esta vez arrancar el motor. Por mi lado pasaban algunos autos y hasta me tocaban la bocina con insistencia, en medio de mi angustia porque el motor seguía sin arrancar.
Estaba en esas cuando a mi lado, en plena subida se detuvo una grúa. Sí señores, una grúa, sin marcas ni nombres de ninguna empresa, pero una grúa al fin y al cabo. Me dijo el chofer por la ventana: ¿quiere que le ayude a salir? Le dije que si moviendo la cabeza con una mezcla de desesperación y alivio.
Entonces se puso delante de mi carro, bajó de la grúa y colocó una enorme cadena. Me hizo señas para que me sentara a su lado y así los dos, sentados en la grúa avanzamos, mientras la cadena jalaba mi carro. Así subimos y llegamos a una zona segura, a dos cuadras de distancia.
Ahí bajamos los dos, y él sacó la cadena. Entonces le pregunté: ¿cuánto le debo? Me hizo una señal negativa con la mano, sin decir palabra. Luego volvió a entrar a la grúa y se fue, muy tranquilo.
Yo subí a mi carro que comenzó a funcionar perfectamente. No alcanzaba a comprender y hasta ahora no entiendo qué fue lo que pasó. Por qué pasaba esa grúa por una vía de alto tránsito, por qué subió por esa salida, por qué no pasaron otros carros por esa misma vía mientras el hombre colocaba la cadena y salía arrastrando el mío.
Nunca lo sabré. ¿Fue o no un ángel? ¿O una suma de coincidencias? Lo dejo al criterio de quien lea esto.
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En el Perú como en muchos otros países, este domingo se celebra el Día de la Madre. Que lo pasen lindo las mamás que pasen por este blog. A mis amigas españolas, que lo celebran el primer domingo de mayo, les deseo que lo hayan pasado genial.
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Iba yo manejando mi carro por la Vía Expresa, una vía rápida en Lima que tiene pasos a desnivel y puentes. Para salir de la vía, hay varias pistas laterales en subida con espacio para dos carros, de aproximadamente 100 metros de largo.
Subía yo con la mayor tranquilidad, cuando el carro comenzó a fallar y a más o menos a la mitad del ascenso, se apagó sin más. Con mucho miedo, puse el freno de mano mientras trataba de encenderlo una y otra vez. Pero nada. No me quedó otra solución que salir del carro, esperando que a mi lado no pasara otro a gran velocidad.
Dejé el auto a medio camino de la subida con la idea de buscar un teléfono público para pedir una grúa de auxilio mecánico que sacara mi auto, y a mí, de esa peligrosa situación. Eran otras épocas, no había celulares... que fácil sería ahora.
Caminé algunas cuadras, pero no encontré ningún teléfono. Así que regresé a donde estaba mi carro pensando que tal vez podía esta vez arrancar el motor. Por mi lado pasaban algunos autos y hasta me tocaban la bocina con insistencia, en medio de mi angustia porque el motor seguía sin arrancar.
Estaba en esas cuando a mi lado, en plena subida se detuvo una grúa. Sí señores, una grúa, sin marcas ni nombres de ninguna empresa, pero una grúa al fin y al cabo. Me dijo el chofer por la ventana: ¿quiere que le ayude a salir? Le dije que si moviendo la cabeza con una mezcla de desesperación y alivio.
Entonces se puso delante de mi carro, bajó de la grúa y colocó una enorme cadena. Me hizo señas para que me sentara a su lado y así los dos, sentados en la grúa avanzamos, mientras la cadena jalaba mi carro. Así subimos y llegamos a una zona segura, a dos cuadras de distancia.
Ahí bajamos los dos, y él sacó la cadena. Entonces le pregunté: ¿cuánto le debo? Me hizo una señal negativa con la mano, sin decir palabra. Luego volvió a entrar a la grúa y se fue, muy tranquilo.
Yo subí a mi carro que comenzó a funcionar perfectamente. No alcanzaba a comprender y hasta ahora no entiendo qué fue lo que pasó. Por qué pasaba esa grúa por una vía de alto tránsito, por qué subió por esa salida, por qué no pasaron otros carros por esa misma vía mientras el hombre colocaba la cadena y salía arrastrando el mío.
Nunca lo sabré. ¿Fue o no un ángel? ¿O una suma de coincidencias? Lo dejo al criterio de quien lea esto.
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Por suerte aún quedan ese tipo de personas en este mundo, un relato muy bonito. Feliz día de la madre para tí también, en Uruguay tenemos elecciones departamentales y festejo con mamis, besote
ResponderEliminarSí, felizmente para la persona del relato que se encontró con este ángel.
EliminarGracias por los saludos. Se los haré extensivos a las mamás de mi familia.
Bonita historia. Es genial que aún queden personas desinteresadas que ayuden al prójimo.
ResponderEliminarFelizmente es así, Marta, felizmente.
EliminarHay momentos mágicos Gabi, si nó recuerda aquellos ojos azules...
ResponderEliminarBesitosss.
Tienes razón. Esos fueron instantes mágicos, Golosengus.
EliminarComo verás Dios no abandona a sus hijos y se vale de diferentes medios para decir que está con nosotros.
ResponderEliminarPues es lo que veo con esta historia y tantas otras, Yvette.
EliminarPor qué no aceptamos que existen los ángeles? Aunque vengan vestidos de chofer y manejando una grúa. Esten sí que llegó en el momento oportuno. Suerte y FELIZ DÍA a las madres de todo el mundo!
ResponderEliminarTal vez porque los imaginamos con alas y ropas inmaculadamente blancas, Acirema, no manejando una grúa común y corriente por las calles de Lima.
EliminarSorprendente e inexplicable, Gabriela, pero un alivio para la víctima de esa infausta situaciòn.Pareciera que en la dimensión de los ángeles, el factor económico tampoco cuenta.
ResponderEliminarEs que es una dimensión feliz, Esteban, pero ya ves que les gusta darse una vuelta por nuestra dimensión tan terrenal.
EliminarGabriela, desta vez não tenho duvidas - foi um anjo!
ResponderEliminarReparaste nas costas?
Tinha asas?
Bom fim de semana.
Beijo da Nina
No creo que tuviera alas, Nina, pero sospecho que estaban escondidas debajo de su ropa.
Eliminar¡Sin duda fue otro angel, Gabriela! Que nosotras creemos mucho en ellos. Tu relato renueva la fe en la humanidad.
ResponderEliminarEn cuanto a tu pregunta sobre qué es el betún de Judea, te mandamos el enlace de un post que escribimos al respecto hace algún tiempo: http://retroyconencanto.blogspot.com.es/2013/07/betun-de-judea.html
Un beso enorme de las dos
J&Y
Gracias por la respuesta. La verdad, nunca antes lo había oído mencionar.
EliminarSiempre hay gente buena ayudando por el mundo. Gabriela. Lo cmprobamos en Oporto cuando el accidente. Y a tí te tocó esa persona.
ResponderEliminarUn beso.
Y cada vez que cuento una historia similar, me entero de otras cosas increíbles que les han ocurrido a otras personas. Felizmente están ahí.
EliminarAmiga Gabi,
ResponderEliminarDepois de três meses ausente estou tentando entre um intervalo e outro colocar
em dia as visitinhas aos blogs amigos como antes fazia
com imenso carinho e prazer...Aqui estou também para agradecer
seu carinho e suas orações nesse momento difícil que estou atravessando...
Ainda continuarei ausente por tempo indeterminado porque assim se faz
necessário, fazendo quimioterapia minha mãe ainda e mais que nunca requer meus cuidados
diários não me deixando tempo disponível para a blogosfera...
Em breve se Deus quiser estarei de volta interagindo e trocando carinhos com todos
Desejo dias felizes e de muita paz pra você!
Deixo beijos com muito carinho.
Marilene
Justo el fin de semana pensaba en ti y en tu mamá, Marilene. Espero que se ponga mejor pronto y que regreses a tu blog para leer tus frases llenas de sabiduría.
EliminarIncreíble historia, todo ocurrió en el momento y lugar preciso. Milagros cotidianos que vale la pena compartir.
ResponderEliminarSaludos
Si te fijas en cada detalle, Soñadora, todo ocurrió en el momento preciso.
EliminarSOY DE LOS QUE CREEN FIRMEMENTE EN LOS ÁNGELES, NO DUDO DE QUE EXISTEN, Y QUE AYUDAN CUANDO UNO MENOS LO ESPERA.
ResponderEliminarSomos dos entonces, Antonio.
EliminarVa a ser que si que existen.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
Besitos
Pues así parece, Inma Luna.
EliminarCorroborado, si creemos en ellos, los ángeles existen.
ResponderEliminarY además nos ayudan en tiempos complicados, Milena.
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