Sonaba el teléfono y el diálogo iba más o menos así:
- ¿Puedo quedarme a dormir en tu casa el sábado?
- ¿Qué dice tu mamá? -era la pregunta que respondía a la pregunta.
- Que sí.
- Entonces sí, claro, ven el sábado.
Alrededor de las 7 pm del sábado llegaba el niño. Traía por equipaje una mochila azul, negra y roja con el logotipo de unos famosos ladrillitos de juguete con los que se armaban todo tipo de edificaciones e instalaciones. Dentro de la mochila había primorosamente doblada la pijama y una muda completa de ropa para el día siguiente, todo impecablemente limpio y oloroso. No faltaba el cepillo de dientes y ocasionales remedios con la consiguiente indicación de horas en que debían tomarse.
Luego de comer algo rico y de compartir historias narradas o leídas de algún libro tantas veces releído, el niño pasaba la noche viendo televisión hasta horas que normalmente le eran prohibidas. No había problema pues al día siguiente no había que levantarse temprano. De todas maneras, su cansancio lo vencía 30 minutos más tarde de la hora límite.
Al día siguiente, se levantaba tarde y alguna actividad lo mantenía ocupado y distraído hasta que pasaban a recogerlo alrededor del mediodía. La frase final que escuchaba antes de partir era:
- Vienes otro día.
Por toda respuesta, venía un movimiento afirmativo con la cabeza, acompañado de una sonrisa.
***
Suena el teléfono y el diálogo va más o menos así:
- ¿Puedo quedarme a dormir en tu casa el sábado?
- ¿Qué dice tu mamá? -es la pregunta que responde a la pregunta.
- Que sí.
- Entonces sí, claro, ven el sábado.
A horas variables del sábado llega la niña. Trae por equipaje una pequeña maleta de colores rosado, celeste y lila con dibujos de personajes con sangre azul. Dentro de la maletita viene primorosamente doblada la pijama y una muda completa de ropa para el día siguiente, todo impecablemente limpio y oloroso. No falta el cepillo de dientes y ocasionales remedios con la consiguiente indicación de horas en que deben tomarse.
Luego de comer algo rico y de compartir historias narradas o leídas de algún libro tantas veces releído, la niña pasa la noche viendo televisión hasta horas que normalmente le son prohibidas. No hay problema pues al día siguiente no hay que levantarse temprano. De todas maneras, su cansancio la vence 30 minutos más tarde de la hora límite.
Al día siguiente, se levanta tarde y alguna actividad la mantiene ocupada y distraída hasta que pasan a recogerla alrededor del mediodía. La frase final que escucha antes de partir es:
- Vienes otro día.
Por toda respuesta, viene un movimiento afirmativo con la cabeza acompañado de una sonrisa.
***
Acá hay otro misterio resuelto, gracias a Autoliniers y Macanudo.
- ¿Puedo quedarme a dormir en tu casa el sábado?
- ¿Qué dice tu mamá? -era la pregunta que respondía a la pregunta.
- Que sí.
- Entonces sí, claro, ven el sábado.
Alrededor de las 7 pm del sábado llegaba el niño. Traía por equipaje una mochila azul, negra y roja con el logotipo de unos famosos ladrillitos de juguete con los que se armaban todo tipo de edificaciones e instalaciones. Dentro de la mochila había primorosamente doblada la pijama y una muda completa de ropa para el día siguiente, todo impecablemente limpio y oloroso. No faltaba el cepillo de dientes y ocasionales remedios con la consiguiente indicación de horas en que debían tomarse.
Luego de comer algo rico y de compartir historias narradas o leídas de algún libro tantas veces releído, el niño pasaba la noche viendo televisión hasta horas que normalmente le eran prohibidas. No había problema pues al día siguiente no había que levantarse temprano. De todas maneras, su cansancio lo vencía 30 minutos más tarde de la hora límite.
Al día siguiente, se levantaba tarde y alguna actividad lo mantenía ocupado y distraído hasta que pasaban a recogerlo alrededor del mediodía. La frase final que escuchaba antes de partir era:
- Vienes otro día.
Por toda respuesta, venía un movimiento afirmativo con la cabeza, acompañado de una sonrisa.
***
Suena el teléfono y el diálogo va más o menos así:
- ¿Puedo quedarme a dormir en tu casa el sábado?
- ¿Qué dice tu mamá? -es la pregunta que responde a la pregunta.
- Que sí.
- Entonces sí, claro, ven el sábado.
A horas variables del sábado llega la niña. Trae por equipaje una pequeña maleta de colores rosado, celeste y lila con dibujos de personajes con sangre azul. Dentro de la maletita viene primorosamente doblada la pijama y una muda completa de ropa para el día siguiente, todo impecablemente limpio y oloroso. No falta el cepillo de dientes y ocasionales remedios con la consiguiente indicación de horas en que deben tomarse.
Luego de comer algo rico y de compartir historias narradas o leídas de algún libro tantas veces releído, la niña pasa la noche viendo televisión hasta horas que normalmente le son prohibidas. No hay problema pues al día siguiente no hay que levantarse temprano. De todas maneras, su cansancio la vence 30 minutos más tarde de la hora límite.
Al día siguiente, se levanta tarde y alguna actividad la mantiene ocupada y distraída hasta que pasan a recogerla alrededor del mediodía. La frase final que escucha antes de partir es:
- Vienes otro día.
Por toda respuesta, viene un movimiento afirmativo con la cabeza acompañado de una sonrisa.
***
Acá hay otro misterio resuelto, gracias a Autoliniers y Macanudo.
Qué bonito, qué tierno Gabriela... Esas visitas del candor y de la inocencia en nuestras casas, las necesitamos todos!
ResponderEliminarFeliz día!
Sí, Milena, son muy necesarias y tremendamente gratas.
EliminarLindo viernes.
Y pues, la historia se repite. Esa sabiduría de la inocencia, de los niños que se saben amados por la persona indicada. Y que saben que nunca los defraudará.
ResponderEliminarY ojalá ningún niño nunca se sintiera defraudado, Acirema.
EliminarAs crianças são um bálsamo de pureza em nossa vida. A simplicidade que tratam tudo me encanta. Eles querem apena carinho e atenção.
ResponderEliminarBjos e tenha um ótimo fim de semana.
Y es importante no perder esa vista de niño cuando crecemos, Anajá.
EliminarEu vivi essa experiência. Os meus filhos também! São ricas recordações.
ResponderEliminarBeijo
Las casas con niños tienen un espíritu distinto, dan vida.
ResponderEliminar¿ La niña no te pide que le pintes las uñas?
Gabrielamiga
ResponderEliminarHoy no comento, discúlpame. Vengo solamente avisarte que en la nuestra Travessa publico un texto firmado por mí. Tiene por título “Emigración y TAMPAX”. Creo que no es malo…
Qjs
Henrique (con H)
Gracis Henrique (con H), pasaré a leerlo.
EliminarQuerida Gabrielita. quelinda tu entrada! Cier-
ResponderEliminartamente, la historia se repite siempre.
Te quiero.
Cotiti.
Y que se siga repitiendo, Consuelo.
EliminarCreo que todos hemos pasado por ello y las recordamos con cariño....En el otro piso donde vivíamos teníamos una gran terraza, y siempre había amigos de mis hijos jugando allí...Me he sentido muy a gusto cuando alguno me hacía esta pregunta...Puedo quedarme en tu casa :))
ResponderEliminarUn beso.
¡Qué lindos, Laura! Seguro se quedaba de lo más felices.
EliminarLas vivencias se repiten,antes las viví con mis hijos y ahora las vivo con mi nieto,la historia se repite....contando con que no tengas que levantarte a media noche para llevarlo a su casa porque pregunte por los" papis ", pero es un regalo tenerlos en casa.Un saludo
ResponderEliminarGracias por la visita, Lurdes.
EliminarFelizmente estos niños nunca se despertaron pidiendo a sus papás a medianoche.
Preciosa historia, Gabriela y que se repita por muchos años!
ResponderEliminarBss
Eso espero, Marta.
EliminarMe hiciste pensar en mis nietas y nietos. Es muy grato cuando haces esa solicitud.
ResponderEliminarIgual se sentirán ellos cuando la respuesta es afirmativa, Esteban.
EliminarOlá querida Gabriela, boa noite! Eu já vivi muito disso e hoje tenho saudades as crianças cresceram...Estou a espera que cheguem os netos para poder vivenciar tudo novamente...
ResponderEliminarBeijos com carinho
Marilene
Seguramente la historia se repetirá con matices nuevos, Marilene.
EliminarTd passa na vida..emnos o amor que sentimos.abraços carinhosos a ti.
ResponderEliminarQue así sea siempre, Lía.
EliminarA los niños les encanta "transgredir" durmiendo en casa de amigos o de su tía preferida. Las dos historias tan tiernas y repetidas son momentos inolvidables de infancia que me han movido recuerdos.
ResponderEliminarUn saludo Gabriela
Chusa
Seguro también eras "transgresora" de fin de semana en tus años de infancia, Chusa.
EliminarQue gusto da tener un lugar de confianza donde llegar y pasarlo bien sin pensar en nada perturbador. Por eso la historia se repite.
ResponderEliminarCarinos, esta vez del norte del mundo
Y por mí, que se repita hasta el cansancio y después de eso, AleMamá.
Eliminarque lindo me encanto leerte... nos hiciste pensar a varios yo creo.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo desde arg.. saludos!
Bienvenida, Karu.
EliminarEspero que esta lectura haya sido un buen inicio de tu día.
Olá,
ResponderEliminarvejo que a tradução muda muito o sentido das palavras que escrevo, estou aprendendo a falar espanhol, adoro esse idioma,tenho que aprender a escrever também. Passando para te desejar um lindo dia.
Hay palabras que parecen tener otro significado, Anajá. Como agasalho, muy parecida a nuestro "agasajo" pero con un significado muy diferente.
EliminarHola Gabriela!
ResponderEliminarA mí me encantaba ir a dormir a casa de mis abuelos cuando pequeña, y a mis hijas les encanta pasar la noche con los suyos: ven más la televisión, comen helado de postre, juegan a las cartas, pintan con acuarelas...
Las niñas felices, los abuelos felices y los papás relajaditos en casa... todos encantados, jajaja.
Un besito guapa, disfruta de estos bellos momentos.
Es una situación donde todos ganan Laly. Esos momentos deben repetirse con mucha frecuencia.
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