El niño está metido en su cama, listo para dormir.
- Te quiero mucho, chiquitín.
- ¿Cuánto? -quiere saber con curiosidad infantil.
- Mmm... de acá a la Luna y de vuelta.
- Y yo te quiero de aquí hasta donde está Dios.
---------------------------
La niña llega corriendo, unos brazos la reciben y la cargan.
- Hola caracola, ¿cómo estás? -un beso se une al saludo.
- Bien. ¿Me puedes bajar? -pregunta la niña, con un cierto tono de fastidio.
- Si, claro que puedo. Pero, ¿no te gusta cargada?
- No, me gusta bajada.
---------------------------
- ¡Cuéntame una historia de tiempos antiguos! -pide el niño.
- ¿Tiempos antiguos? ¿Te parece la historia de Ulises y el cíclope?
- No, no, esa no. De tiempos antiguos, pues. De cuando la gente se mandaba cartas.
---------------------------
La niña ve un tazón lleno de sandía y pregunta si puede comer:
- Claro, come todo lo que quieras.
- Me gusta mucho la sandía -dice, con la boca llena.
- ¿Y la manzana?
- No -responde enfática.
- ¿Y la naranja?
- No -igualmente tajante.
Sigue una larga enumeración de diferentes frutas, y a todas la niña responde con el mismo énfasis que no le gustan.
- ¡Oye! ¿No te gusta ninguna fruta además de la sandía?
- No me has preguntado por la piña.
- A ver, ¿te gusta la piña? -intuyendo que se viene un truco.
- ¡NO!
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- Te quiero mucho, chiquitín.
- ¿Cuánto? -quiere saber con curiosidad infantil.
- Mmm... de acá a la Luna y de vuelta.
- Y yo te quiero de aquí hasta donde está Dios.
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La niña llega corriendo, unos brazos la reciben y la cargan.
- Hola caracola, ¿cómo estás? -un beso se une al saludo.
- Bien. ¿Me puedes bajar? -pregunta la niña, con un cierto tono de fastidio.
- Si, claro que puedo. Pero, ¿no te gusta cargada?
- No, me gusta bajada.
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- ¡Cuéntame una historia de tiempos antiguos! -pide el niño.
- ¿Tiempos antiguos? ¿Te parece la historia de Ulises y el cíclope?
- No, no, esa no. De tiempos antiguos, pues. De cuando la gente se mandaba cartas.
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La niña ve un tazón lleno de sandía y pregunta si puede comer:
- Claro, come todo lo que quieras.
- Me gusta mucho la sandía -dice, con la boca llena.
- ¿Y la manzana?
- No -responde enfática.
- ¿Y la naranja?
- No -igualmente tajante.
Sigue una larga enumeración de diferentes frutas, y a todas la niña responde con el mismo énfasis que no le gustan.
- ¡Oye! ¿No te gusta ninguna fruta además de la sandía?
- No me has preguntado por la piña.
- A ver, ¿te gusta la piña? -intuyendo que se viene un truco.
- ¡NO!
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Jaja, ¡que ternura!.. y todos son reales, ¿no?
ResponderEliminarSiempren tienen una respuesta que te dejan sentado aunque tengo que admitir que a esa edad cuando yo decía algo que le causaba risa a alguien me daban unas ganas de patearle las canillas :)
Totalmente reales. Y tienes razón: a mí también me molestaba cuando se reían de algo que yo decía. Me hacía sentir que se burlaban.
EliminarJajajajajaja que buenas, especialmente la de la sandia!!!!
ResponderEliminarParece el Chavo del 8: ¿arimética o geometria?
Eliminar:D
Si son de tus sobrinos, son geniales!!
ResponderEliminarDigamos que son de unos niños muy avispados.
EliminarComo dicen las abuelas de todas las épocas (y seguramente de todos los países): "los niños nacen sabiendo".
ResponderEliminarO por usar términos más modernos, Anónimo: nacen con un chip incorporado.
EliminarSaludos de USA.
ResponderEliminarQuerida Gabrielita. Linda tu entrada;
trajo a mi memoria a unos chiquitos muy in-
teligentes, muy maduros. Los Garcia-Calderon.
Te quiero.
Cotiti.
Los niños, esos sabios bajitos...Nos dejan a veces sin respuesta. Ahora nos hacen gracia de pequeños nos molestaban sus risas.
EliminarMe imagino la cara de mi padre el día que le pregunté que quién abría las puertas para qué los cohetes subieran al cielo tendría cinco o seís años.
Un beso.
Pd.Gabriela éxito total la receta :)
Gracias por lo que me toca, Consuelo.
EliminarQué bueno saber que la receta fue bien recibida en Béjar, Laura.
que ternura! tengo miles de historias de mis hijas anotadas en un cuaderno, por ahí me animo algún día a escribirlas en mi blog. ahí va una: Lara de 2 años en el pediatra.
ResponderEliminarPediatra: A ver gordita -apretándole la barriguita- que te está doliendo?
Larita: Ay Doctor, me duelen los ovarios!
plop todos desmayados!
Entonces tienes para escribir un libro completo, Claudia.
EliminarLa inocencia de los niños es genial, más aun cuando nos dejan como si fueramos menores que ellos jajajaja...
ResponderEliminarRecibe un gran abrazo.
Como leí alguna vez, Javier: si todos los niños son tan geniales, ¿de dónde salen tantos adultos tontos y torpes?
EliminarCuántas veces me he dicho que voy a anotar las ocurrencias de mis hijas... No lo he hecho y tengo que ponerle solución.
ResponderEliminarYo tengo ahora a mi hija pequeña, Manuela, muy preocupada por el hecho de que los peluches no pueden ser personas. Y es que quiere rodar una película con ellos y no sabe qué hacer para que se muevan solos y hablen...
La anécdota de los ovarios de la hija de Claudia, memorable...
La historia de la sandía, muy significativa. Les gusta prolongar el juego hasta el infinito y más allá...
Un besito. Mañana, de postre, mazamorra.
Ya me imagino la cara con que mirarán a Manuela cada vez que quiere ver que sus peluches se muevan y hablen.
EliminarEspero que la mazamorra haya estado bien.
La sinceridad de los niños es brutal y tan inocente. Iual, los de hoy me parece que ya no son tannn inocentes como lo éramos nosotros.
ResponderEliminarBesos!!
Es que las cosas son ahora tan diferentes, Katia.
EliminarQue preciosos!
ResponderEliminarSon lo máximo como decimos acá, Estrella.
EliminarSon geniales. Me parece que toda persona que ha tendio relación con niños tiene bastantes anecdotas que contar ¿no?
ResponderEliminarUn abrazo
Así es Chelo, cada niño es un mundo lleno de anécdotas.
EliminarLos niños nunca dejarán de sorprendernos, me encanta!
ResponderEliminarBesitos,
Y ojalá eso no cambie nunca, Soñadora.
EliminarMe encantó tu entrada, los niños son !lo máximo!. Las madres y abuela, tenemos miles de anecdotas sobre preguntas y respuestas de los pequeños, y los de ahora como bien dices, ya nacen con un chip incorporado. Son los niños del siglo XXI.
ResponderEliminarEs para pensar,¿de dónde salen tantos adultos tontos y torpes?, jajajaja, ¿será efecto de la contaminación o la comida chatarra?....
Cariños,
Maricarmen
Las tías también tenemos miles de historias, Maricamen, y todas de deben ser igual de divertidas.
Eliminar:D
Los diàlogos de los nenes no tienen desperdicio...me gustan todos, pero en este momento elijo el de la fruta porque se ve la seriedad con la que se toman los juegos que son la normalidad de su visiòn de la vida...y que nos descolocan tanto, a veces, a los adultos.
ResponderEliminarSaludos Gabriela, con afecto
Chusa
El de la sandía me causó mucha gracia. Hasta ahora me hace reír.
EliminarHola Gabriela:
EliminarVerdaderamente, los niños nos dan cada día respuestas asombrosas y en general muy divertidas, con el mérito de su espontaneidad.
Un beso.
Esa espontaneidad es la clave de su encanto, Esteban. Bienvenido de vuelta.
Eliminarque tiernos!!! la inocencia de los niños.
ResponderEliminarAunque lo de las frutas me hizo recordar un chiste:
Sr. ¿vende sus ovejas?
¿cuales las negras o las blancas?
las negras
Ah, las negras no las vendo
¿y las blancas?
tampoco :)
saludos. Hilda
Si, Hilda, los niños son lo máximo.
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