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Regresaba de mi caminata diaria por el malecón de Miraflores. A esa hora es habitual ver corredores matutinos, personas con niños, personas con perros, personas sin perros, escolares camino a sus colegios. En fin, de todo.
Ya en mi tramo final recorría un puente muy grande y conocido. A lo lejos lo vi, caminaba en dirección contraria a la mía. Primero pensé que era una visión, una representación de una imagen sumamente conocida. Se iba acercando, son un perro pequeño a su costado.
Ahí me di cuenta de que no era mi imaginación. No, era real. Muy real.
Tenía ante mí, cada vez más cerca, la representación en vivo del famoso cuadro de la oreja de Van Gogh. Alto, pelirrojo, con barba recortada, expresión seria, algo despeinado por la carrera y con una vincha que a lo lejos parecía estar a la altura de la oreja.
Lo miré asombrada, me devolvió la mirada, intrigado. No sé por qué, ya debería estar acostumbrado a la impresión que causa en la gente ver un cuadro tan famoso en carne y hueso.
Caminé lo que me quedaba de regreso a casa con la sensación de haber tenido un encuentro inolvidable.
Conozco la vanidad masculina. Seguro piensa "caramba, soy tan bello que esta guapa tiene que mirarme así"
ResponderEliminarTenía una cara de molesto que podría haber estado pensando cualquier cosa, ja. ja.
EliminarCOINCIDO PLENAMENTE CON LO DICHO POR CARMEN. PURA VANIDAD.
ResponderEliminarPodría ser.
EliminarQué extraño. Un beso
ResponderEliminarMemorable.
EliminarUna vez, en uno de esos viajes que yo hacía para escribir crónicas, un periodista argentino contó que un día vio parado en una esquina de Buenos Aires a Willem Dafoe. Como cualquier vecino, ahí parado. Yo pensé: esas cosas no pasan en Lima. Por lo que cuentas, cosas más locas pasan en Lima 😉👂
ResponderEliminarComo dicen por ahí, en todas partes se cuecen habas.
EliminarCosas que pasan y que no hay que olvidar.
ResponderEliminarEs que no se pueden olvidar.
EliminarSeguro que su mirada también fue de asombro. No sé si lo volverás a ver. Pero no lo olvidarás.
ResponderEliminarBuen fin de semana. Gabriela.
Un abrazo.
Yo creo que es habitual que lo miren así, es muy llamativo con ese color de pelo. Lo he vuelto a ver, parece que compartimos ruta de caminata.
EliminarQue hermosa historia !!! Los que tenemos nietos sabemos lo importante que son y que felicidad cuando consiguen sus objetivos .
ResponderEliminarQue guay lo del papà y su hij@ !! Acà veo a algunos asì y otros que van en bici y llevan a sus hijos en un carrito detrás .
Ese es mi temor cuando viajo donde no conozco y más si se habla otra lengua . Menos mal que encontraron a su angel .
Ja , ja que bueno encontrar a alguien tan famoso , no ?
Un beso , cuìdate . Feliz finde .
Siempre es refrescante recibir tus visitas, Nancy. Gracias por leer y comentar todos los textos siempre.
EliminarSoy Cony G. Muy bonita tu historia Gaby. Me hizo sonreir. Quiza tuviste un encuentro con Van Gogh.
ResponderEliminarEs tan igualito que creo que sí, que lo vi.
Eliminar:D
Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte del mundo, así pues ahi está la explicación de tu encuentro con el doble de dicho personaje. Un abrazo.
ResponderEliminarPodría ser hasta su reencarnación de lo parecido que es.
EliminarYa me has causado curiosidad. Ojalá lo encuentre también en mi camino para conocerlo.
ResponderEliminarA ver si lo ves e intercambiamos opiniones sobre el parecido.
EliminarEs la primera vez que te leo Sin buscar te he encontrado gracias por tus palabras tan bien escritas
ResponderEliminarsaludos
Qué bueno que llegaste por acá. Gracias por tus palabras.
EliminarA lo mejor no es tan consciente de su parecido con el famoso pintor...
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
Si es así, en su casa no hay espejos, ja, ja. Es verlo y pensar en el cuadro de inmediato.
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