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Entro a un autoservicio para comprar tres cositas, sé que no me demoraré mucho. Escojo lo que quiero y busco la caja con la fila más corta. Ya sé que no es garantía de nada, pero es probable que sea la que avance más rápido.
Entre la fila de mi caja y de la caja que está a mi derecha, hay un congelador con helados. Es un congelador horizontal con puertas corredizas que dejan ver el interior, Las envolturas multicolores de los helados son una tremenda tentación para los ojos de quienes pasan por ahí.
En la fila de la caja que está a mi derecha, hay una señora y una niña, a la que calculé unos cinco años. Presumo que son abuela y nieta, aunque ya se sabe que es mejor no asumir nada porque las apariencias pueden engañar. La niña miraba los helados con ojos codiciosos y de repente señaló uno:
- Ese es el helado que quiero.
Entre tantos helados, era difícil saber a cuál se refería. El vidrio de la tapa de la congeladora le impedía acercar su manito más para dejar en claro exactamente cuál era el helado que quería.
Entonces, empezó a abrir la puerta corrediza. Desde donde estaba, pude ver que las dos hojas que tapaban la congeladora se abrían a la vez. Recién ahí noté que las dos hojas estaban al mismo nivel, no como suelen estar: una por encima de la otra para que, al deslizarse, no ocurra lo que estaba parecía estar ocurriendo.
La puerta corrediza que quedaba atrás de la niña también se abría sin que nadie hiciera nada para impedirlo. Fue un solo instante, entre ver los esfuerzos de la niña por llegar al helado de sus deseos, entre pensar "acá hay algo que no está bien", entre que mi mente anticipara que la cosa no iba a terminar bien.
Y la cosa no terminó bien.
La parte de la tapa que quedaba inadvertida a los ojos de la niña perdió el equilibrio y cayó al suelo. Cayó al suelo y se hizo trizas. Se hizo trizas y miles de vidrios minúsculos salieron disparados en todas direcciones. Miles de vidrios minúsculos salieron disparados en todas direcciones con un estrépito que debe haberse oído en toda la tienda.
Yo lo vi todo desde mi posición privilegiada.
A mi costado, una voz infantil solamente atinó a decir con tono muy tranquilo: "¡ay!".
En menos de un minuto, el lugar del incidente se vio lleno de encargados, personal de seguridad, personal de limpieza, clientes curiosos.
A mi costado, ajena al revuelo causado por sus antojos heladeros, vi una manito infantil que sostenía en alto el helado deseado y oí a la misma voz de segundos antes decir triunfal: "mira, este es el helado que quiero".
Pues quizás los adultos deberíamos ser como esa niña, que no dio la más mínima importancia a una ínfima pérdida material. Mientras que no haya daños personales...
ResponderEliminarBesos mil de las dos, Gabriela.
J&Y
Y mientras los helados no se echen a perder.
EliminarTe hace pensar, no? Si pudieramos ver la vida asi...
ResponderEliminarSu reino por un helado.
EliminarO importante é que conseguiu o seu gelado. Todo o resto não importa 😊😊😊😊😊😊😊!
ResponderEliminarEn medio de los estragos, sí, la niña salió triunfante.
EliminarNo hay nada como ser niño para no darle importancia a las cosas.
ResponderEliminarLo peor es si a laa bueal lecobran daños y perjuicios.
Un abrazo
Me temo que la abuela deberá responder de alguna manera. En verdad no lo sé, no quise quedarme a averiguarlo.
EliminarQué susto se llevó la abuela! La niña solo quería su helado y ya se podía desplomar el autoservicio.
ResponderEliminarEn España el día de la madre es el primer domingo de mayo.
Ni te cuento el susto que me llevé yo, que estaba parada a centímetros del vidrio que se rompió. Espero que la niña haya podido conservar el helado, que no le hayan hecho problemas en su casa después.
EliminarMe temo Gabriela, que haya sido un helado muy caro para la abuelita...pero se salio con la suya.
ResponderEliminarMe temo lo mismo, Esteban. Aunque algo de responsabilidad compartida tiene la tienda con esas puertas corredizas que se empujaban una a la otra.
EliminarEspero que por el Día de la Madre hayan perdonado a la abuela por la travesura de la niña. Ojalá.
ResponderEliminarSería bueno...
EliminarLos mayores deberíamos ser mas niños a veces.
ResponderEliminarDefinitivamente, sí.
EliminarPorque era una niña, pero cúantas veces nos pasa a los mayores que por algo sencillo armamos la marimorena?? jeje, un saludo.
ResponderEliminarPero por lo mismo, porque era una niña es fácil suponer que la abuela la tiraría un grito que dejaría a la niña llorando días enteros. Ojalá no haya ocurrido.
EliminarAs crianças focam no objeto e conseguem apesar dos pequenos incidentes. hahah
ResponderEliminarBjos tenha uma ótima semana.
Y a pesar de incidentes no tan pequeños también.
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