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Es una señora de las que se dice "de la tercera edad". También se las llama "de la juventud prolongada". Eso no le impide realizar una serie de constantes actividades con sus amigas de toda la vida. Se reúnen en almuerzos, paseos, juegan a las cartas, van al cine y teatro, y hasta viajan a otras ciudades del país.
La señora, a la que llamaremos Estrella, también tiene otro grupo para practicar el tai chi. Una vez por semana, las señoras acuden a un parquecito cercano a su casa donde realizan las figuras y movimientos de esa práctica oriental que les da paz y armonía. Muchas veces, al terminar el tai chi, deciden ir a tomar un refrigerio en algún local de las cercanías. Era una mañana soleada cuando el grupo de señoras comenzó a caminar hacia el restaurante elegido. Para ello debían cruzar una ancha avenida en constante tránsito de ida y vuelta de autos y enormes buses de transporte público.
El grupo avanzaba y algunas ya cruzaban la avenida, pero una de las señoras caminaba con dificultad debido a una dolencia, y se retrasó. Estrella, como no podía ser de otra manera, no la abandonó y se puso a su lado para ayudarla en el trayecto.
Las dos señoras, tomadas del brazo, comenzaron a cruzar la ancha avenida. Atravesaron con éxito la primera parte y solo faltaban unos metros para llegar al lado seguro. Tenían tiempo, porque el único bus que venía en ese sentido, estaba bastante lejos y venía a velocidad bastante razonable. Pero a medio camino ocurrió lo impensable: la señora con el problema se cayó en plena pista, se cayó total e irremisiblemente, se cayó cuan larga era. Estrella, a su lado, vio que el enorme bus se acercaba a ellas. Su primera reacción fue inclinarse para ayudar a levantarse a su amiga, pero pensó: "si las dos estamos agachadas el chofer del bus no podrá vernos". Entonces se puso de pie, ahí, en la mitad de la pista, junto a la señora caída, como una muralla dispuesta a detener el avance del peligro. El chofer del bus se percató de la presencia de las dos señoras y detuvo el vehículo a buena distancia.
Más tarde, la amiga de Estrella le confesó que cuando estaba caída en la pista pensó que quedaría bajo las ruedas del bus.
Eso no ocurrió porque tuvo a su lado a una persona que no huyó del peligro, que no abandonó a quien dependía de ella en ese momento, que se alzó como una muralla de valentía y generosidad.
Eso, señores, se llama tener fibra moral. Y no se aprende en academias ni universidades. Se lleva desde la cuna.
Y es el mejor legado de Estrella para sus cuatro hijos y sus siete nietos.
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Yo creo que en todos los grupos de nosotras las sras mayores siempre hay esa persona que tiene una mano tendida al que la necesita . Estrella es un ejemplo de bondad .
ResponderEliminarUn beso , cuìdate
Ciertamente, lo es. Es capaz de este acto de desprendimiento, y de mucho más.
EliminarSigo admirando Gabriela, tu singular habilidad para hacer de situaciones muy simples, mensajes de distinción.
ResponderEliminarSin duda que Estrella demostró temple, solidaridad, criterio y reacción instantánea, dignos de alabanzas.
Gracias, Esteban, aunque debo reconocer que este relato no lo redacté yo. Estrella es una persona muy desprendida, siempre piensa primero en los demás. Actos como este la pintan de cuerpo entero.
EliminarSem dúvida uma atitude solidária e de grande coragem.
ResponderEliminarTotalmente, Nina. Muy valiente.
EliminarAdemás de la gran catadura moral de Estrella, nos ha sorprendido mucho su capacidad de reaccionar y su gran ocurrencia de ponerse en pie para llamar la atención del conductor. ¡Bravo por esta señora valiente y resolutiva, cuando más falta hacía!
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
Sí, vaya capacidad de reacción. Yo no sé cómo hubiera reaccionado en una situación similar.
EliminarEfectivamente. Es difícil saber cómo reaccionar ante un hecho como éste. Por eso es digno de destacar la actuación de Estrella.
ResponderEliminarTotalmente, sobre todo porque fue a riesgo de ella misma.
EliminarTe diré que el legado de nuestra ESTRELLA no es solo para sus hijos y nietos, pues las amigas tambien gozamos de esa muralla de protección permanente. Por eso su amistad vale oro.
ResponderEliminarSin duda que sí, Yvette. Esa amistad vale su peso en oro.
EliminarMenuda situación... Uno debe actuar en cuestión de décimas de segundo, y ahí es donde se ve realmente cómo es cada persona.
ResponderEliminarExactamente, hay que actuar prácticamente sin pensar. Puro instinto, y es ahí donde podemos conocer (o desconocer) a alguien.
EliminarEstas reacciones tan nobles y valientes suelen venir de personas mayores, los más jóvenes no actúan así, les faltará experiencia en la vida.
ResponderEliminarPuede ser falta de experiencia, pero a veces esa falta de experiencia hace que actúen por impulso de manera noble y valiente también.
EliminarTener amigas así vale un imperio, y además se agradece.
ResponderEliminarBuen domingo.
Besos.
Pues sí, no abundan y hay que cuidarlas.
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