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El gentío había ido disminuyendo a medida que la entrega de exámenes avanzaba.
Cuando quedaban poco más de diez personas, una alumna que estaba a centímetros del profesor le susurró a otra que estaba a su lado:
- Mírale los labios -en obvia alusión al catedrático que tenían delante. Este profesor sobresalía por su estatura, sus ojos azules, pero sobre todo por el color rojizo de su cabellera, por lo que su apodo era Erik el Rojo.
La segunda miró, pero no vio nada especial, así que volteó hacia la primera y le dijo, en voz igualmente baja:
- ¿Y qué?
- Que le mires los labios.
- Ya, ¿y qué?
- ¡Mírale los labios!
A esas alturas, las voces no susurraban.
- ¡Y que tienen!
- ¡Que tienen pecas!
No bien terminó la primera de gritar su respuesta cuando las dos se dieron cuenta de que el volumen de sus voces había alcanzado a todos los presentes, incluido el dueño de los labios pecosos. Como un reflejo, las dos levantaron la vista al profesor, que las miraba entre divertido y azorado. Evidentemente, sabía que hablaban de él.
Para rematar la escena, todo ocurrió en el preciso instante en que el profesor extendía la hoja de examen a la segunda alumna, que con las justas atinó a tomar el papel y salir sin mirar atrás. Ya afuera, arrancó a reír, y más cuando vio que tenía un honroso 19(*).
Seguía riendo cuando vio salir a su interlocutora, seguida del profesor, que las miró a ambas, les guiñó un ojo y bajó las escaleras.
(*)En el sistema educativo peruano, la máxima calificación es 20.
Divertido momento para recordarlo pero bastante bochornoso cuando ocurrió, seguramente. Felizmente el profesor tenía sentido del humor y la alumna era excelente estudiante.
ResponderEliminarLa pregunta será si el profesor se acuerda del asunto. Lo cierto es que las alumnas sí, con toda certeza.
Eliminar¡¡Una anécdota divertida!! Tendré que fijarme más a menudo en los labios (a ver si tienen pecas).
ResponderEliminarEl profesor muy majo con ese guiño del final a las alumnas. Me gustan las personas así.
Un besito
La verdad, no puedo dar fe de labios pecosos, pero el relato es fidedigno.
EliminarCOMO SIEMPRE, TUS RELATOS DEJAN PENSANDO Y RECORDANDO ETAPAS ACADÉMICAS PASADAS.
ResponderEliminarGENIAL!!!!...
Digamos que no tan pasadas...
Eliminar:D
¡Qué momentazo vivieron esas dos compañeras!Seguro que ninguno de los tres lo ha olvidado...
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
El pelirrojo tal vez lo haya olvidado. No creo que las chicas se atreverían a preguntarle.
EliminarNunca ví labios así. Pero ellas no olvidaran el momento, ni el guiño.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
Besos.
La verdad, yo tampoco. Pero así cuenta la leyenda.
EliminarDivertido relato. Sabía de las pecas en el rostro pero no tenía idea de pecas en la boca.
ResponderEliminarBuen fin de semana. Besos
Parece que ese fue el motivo de que llamaran tanto la atención.
Eliminar¿Pecas en la boca?
ResponderEliminarSolamente yo creía que algunas bocas de tanto hablar demás...pecan. En todo caso, es una llamativa historia con la marca de fábrica: Gabriela...aunque no dudo de su veracidad.
Pues hago mía tu duda, Esteban. Solamente puedo dar fe de la historia, mas no de las pecas, que no me constan.
EliminarJajaja, momento "rochoso" 😉
ResponderEliminarSaludos!
Muy, demasiado, sumamente rochoso. Y a la luz del tiempo transcurrido, muy jocoso.
EliminarNunca vi sardas nos lábios, quem tem geralmente não gosta. Acho lindo.
ResponderEliminarComo está ai em Lima? Muito frio?
Aqui começou mais cedo o frio esse ano.
Bjos tenha uma ótima quinta-feira.
Yo tampoco he visto labios con pecas (bonita palabra en portugués, sardas), pero bien que nos sirvieron para una divertida anécdota.
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