miércoles, 27 de julio de 2016

Viviendo 28 de julio de lejos

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El jueves 28 y el viernes 29 de julio, el Perú vive sus Fiestas Patrias. Este año, en que celebramos 195 años de independencia, las fesrividades nacionales tiene un sabor diferente pues llegan con cambio de gobierno y deseos de nuevos aires. Aprovecho la ocasión para recordar una entrada publicada hace varios años con testimonios de algunos amigos que cuentan cómo viven estas fechas fuera del Perú.
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28 desde lejos
Estamos a pocos días del 28 de julio, Fiestas Patrias en el Perú. Como siempre lo he pasado "en casa", me animé a preguntarles a algunos amigos que viven fuera cómo se siente el 28 de lejos. He aquí sus respuestas, que publico con la debida autorización.

Verónica, que vive en Dallas, dijo:
Cuando se ha dado el chance (como el año pasado y este) - nos juntamos con amigos peruanos a comer "comida peruana", disfrutar y compartir. pero si no se da nada, es un día mas.

Feliz 28 para ti y todos por alla!
Desde Buenos Aires, Katia contó que:
Fiestas Patrias la verdad se vive extrañando el Perú más que todos los demás días, por suerte ahora que la comida peruana está de moda en el mundo, han abierto muchos restaurantes y algunos muy buenos, no queda otra que darse el gustito de comer algo rico, aunque jamás será como comer en Lima.

Eso si, mi esposo [argentino] desde temprano me pone a todo volumen música peruana criollaza, el himno y todo lo que puede jaja.
Coco, que vivió primero en Santo Domingo y ahora está en la ciudad de México, contó sus experiencias:
La primera vez fue casi traumático, porque como comprenderás 28 de Julio para el resto es un día normal y tuve que ir a TRABAJAR, nunca nos toca trabajar un 28 y ya de por sí esa era un tremendo cambio. Recuerdo que vivía en Santo Domingo y éramos 4 peruanos uno de ellos llegó con escarapelas y nos la entregó a cada uno, trabajamos sí, pero con escarapela en pecho durante ese día nos alivió la nostalgia.

Ya en los sucesivos, te vas acostumbrando y siempre hay reuniones o fiestas en los consulados/embajadas o las asociaciones de damas de los consulados, organizan fiestas, almuerzos, kermesses, etc. y sinceramente se ponen buenas, hasta diría mejor que en Perú porque la nostalgia de todos hace que nuestra peruanidad aflore mucho más.

Este año en México ya desde la semana pasada empezaron las celebraciones, este año se cumplía los 25 años de fallecimiento de Chabuca, y la hija que vive aquí junto con el consulado organizaron un concierto con Eva Ayllón, lamentablemente no pude ir pues era justo el día que Kari y los chicos viajaban, pero me contaron que salió bonito. Sinceramente las embajadas se esmeran, es la fecha de más trabajo para ellos creo que es la única que trabajan con verdadera dedicación, el resto de año bien gracias…

Afortunadamente, tengo un buen grupo de amigos peruanos aquí que siempre nos reunimos, algunos están en Lima aprovechando las vacaciones de verano de los chicos, pero los pocos que quedamos algo haremos el domingo…
Desde Pensilvania, Carolina cuenta:
Gracias por los saludos... y a ti y a tu familia también feliz 28!

Así es, nostalgia es la palabra correcta. Añoro ver por tele el desfile patriótico, y la melodía de la marcha que también me hace acordar nuestras 'marchitas' en el colegio. No puedo ver tampoco las banderas rojo y blanco en todas las casas, detalles que antes uno daba por hecho o poca importancia pero viviendo fuera como se extraña.

En fin, lo que haremos mañana (y también aprovechando el santo de Lyssie) es reunirnos unos cuantos peruanos, hacer parrillada, anticuchitos, tomar Inca Kola, chicha, ojala unos traguitos, vestirnos de blanco y rojo por supuesto.
Lyssie es su hija menor, que por coincidencia nació un 29 de julio. Imagino que eso le da cierta licencia para celebrar Fiestas Patrias.

Marianella, desde Florida, no podrá celebrar porque ha decidido retomar los estudios (lo que me hace admirarla tremendamente). De todas maneras, cuenta:
[Mi hermana] Mirtha y unas cuantas amigas peruanas se reunirán a tomar un brunch el 28, pero tengo que pasar porque el lunes tengo 2 exámenes.
Desde Calgary, Nacho vive así el 28 desde lejos:
La comunidad peruana en Calgary es muy pequeña, somos "censados" aprox.imadamente 150 peruanos. Sin embargo el grupo es muy unido y activo. Hoy día vamos a tener nuestra cena de Fiestas Patrias, presentación del grupo de taller de danzas folklóricas y hay algunas personas que elaboran platos típicos así que por hoy no va a faltar tamales, cebiche, lomo saltado e Inca Kola. A manera de anécdota yo participo como Pro-Tesorero.
Ahora la vez que más he sentido y extrañado Perú, fue luego del terremoto, fue muy emotivo pues toda la comunidad latina y canadiense organizó actividades para recaudar fondos y ayuda que enviamos y durante la actividad se mostraba videos y fotos del país.
Finalmente, Caty en Nueva York, echa de menos algunas cosas:
Gracias por el saludo. Así pues, un poco nostálgica, extrañando la comida, la familia, los amigos, ¡hasta el trafico!, en fin, ese sentimiento de estar en casa que cuando uno esta afuera lo extraña tanto.
Un saludo para ti y que pases lindas fiestas.
¡Que viva el Perú!
De una u otra manera, la fecha no pasa desapercibida. Confieso que se me haría un poco raro trabajar 28 de julio. Pero al final uno termina acostumbrándose a todo. Además, si vivimos fuera de nuestro país, está la ventaja de disfrutar del feriado por la fiesta nacional de ese país. Algo así como la ley de la compensación.

Para todos, ¡feliz 28!

domingo, 17 de julio de 2016

Compañeros por siempre

Se cumple un año más de habernos graduado del colegio. Es uno de esos aniversarios que termina en cero, de los que siempre vale la pena celebrar porque los sentimos como el inicio de una nueva etapa.

Más de doce meses de intensa preparación nos llevó a un resultado perfecto. La anticipación era tanta que uno hasta objetó la fecha: "el 16 de julio es día de semana". Hasta que alguien le dijo que era de 2016, no de 2015.

Las semanas previas fueron de intercambio de fotos, de imágenes de los tiempos en que contábamos los días para que llegara por fin esa última vez en que íbamos a ponernos el uniforme escolar. Casi fue volver a vivir esa emoción adolescente.

Los mensajes instantáneos daban cuenta de los que iban llegando desde sus puntos actuales de residencia, muchos de Estados Unidos, algunos de México, otros menos de Canadá.

La jornada empezó temprano, para recordar a los que compartieron aulas con nosotros y ya no están. Pocos fuimos los esforzados que nos levantamos ese sábado casi a la hora de un día de semana, pero qué más daba. Había que aprovechar el día al máximo.

De ahí, breve paso por el colegio. Todos coincidimos en algo: se veía más chico de lo que nuestros recuerdos indicaban. Encontramos muchos cambios, pero la estructura básica estaba ahí: este era el salón del profesor Tal, y acá estaba el cuartito con los mapas del salón de geografía, más allá el laboratorio de química. Hasta nos repartieron réplicas de las tarjetas de conducta, ese documento que debíamos llevar con nosotros en todo momento pues a la primera que nos portáramos mal, nos bajaban puntos de conducta, lo que se reflejaba a fin de bimestre en la libreta de notas. Dicen que ya no existe, que hace años la eliminaron.

Uno de los momentos cumbre, ya en el restaurante donde se dio la mejor parte de la celebración, fue cuando nos repartieron camisas a todos, para reproducir la costumbre de pintarrajearnos el uniforme el último último día de clases. Fue muy gracioso ver filas de cinco, seis personas firmando unos las camisas de los otros a la misma vez. Todo eso mientras en una pantalla desfilaban fotos de nosotros en diferentes etapas de nuestro tiempo escolar.

Música, bailes, risas, carcajadas y también lágrimas hasta pasada la medianoche en una celebración que nos transportó a otros tiempos.

Se podría escribir una enciclopedia completa con las anécdotas, los apodos, las historias de los que nos reunimos para celebrar ese aniversario terminado en cero. Compañeros por siempre.
Así quedó la camisa firmada

miércoles, 6 de julio de 2016

"Te espero a la salida"

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Me oigo decir una frase que normalmente sería amenazadora a quien me escucha al otro lado del teléfono: "mañana te espero a la salida".

Ha habido un cambio en la rutina diaria, así que debo estar a la una en punto de la tarde siguiente esperando la salida escolar de una adorable pequeña.

Llego diez minutos antes y no hay nadie, miro mi reloj pensando en que me he equivocado de hora, pero a los pocos segundos empiezan a aparecer otras personas con el mismo objetivo que yo. Exactamente a la 1:00 p. m. suena una campana, se abren las puertas y me dirijo al punto acordado para esperar. Veo salir multitud de niños alegres, sus voces se confunden en el patio. Pienso que cada uno de esos pequeños es especial y único en el mundo para alguien, que cada uno tiene gente que lo espera en casa.

Yo espero a mi niña especial.

Al poco rato, una carita alegre se acerca corriendo. Le escucho decir "¡Hala!", y emprendemos el camino hacia la calle y de ahí al paradero para esperar el bus que nos llevará a casa. Felizmente, la espera es muy corta, el bus está casi vacío así que escogemos un buen sitio hacia al fondo para poder bajar sin problemas.

Nos espera un trecho bastante corto, poco más de veinte cuadras, distancia que recorrí caminando en el trayecto de ida.

De repente oigo un canturreo en voz fuerte y clara:
Choco choco la la
Choco choco te te
Choco la
Choco te
Chocolaaate

Mi primer impulso es decirle que no siga, que está molestando a los otros pasajeros... pero algo me hace mirar a las demás personas. Nadie se ha inmutado, todos siguen en lo suyo. O el canturreo no les molesta o les gusta. Me alegra no haber dicho nada, ¿cuántas veces al día oye un niño la palabra "no"?

Me uno a su cantar con palmadas muy suavecitas, le digo que saldría bien con cualquier otra palabra de cuatro sílabas. Lo intentamos y sí, sale bien. Pasamos a otra canción. De repente me dice que tiene hambre, que no terminó de comer lo que tenía en su lonchera, así que la abre y veo que empieza a devorar frutita picada que tenía lista. Me ofrece un trozo, le digo que no. Cuando termina, pone todo de vuelta, en impecable orden.

Ya casi hemos llegado, le digo que se prepare para pararse. A una cuadra de nuestro destino, nos levantamos, le pregunto si quiere apretar el timbre para indicarle al chofer que debe parar. Es innecesario, igual va a parar en esa esquina, pero sé que le gusta hacerlo.

Bajamos y caminamos la distancia que nos separa de casa. En el recorrido, pasamos por una heladería nueva y le prometo regresar en otro momento para probar los sabores que no conocemos. "Si quieres, venimos más tarde". Me dice que no, que mejor otro día.

Llegamos a casa, aplaude de alegría cuando sabe que el almuerzo está lleno de las cosas que le gustan. Come sin prisa mientras cuenta de un programa de televisión que acaba de descubrir sobre un mago y las cosas increíbles que hace. Le prometo que lo veré con ella en una hora.

Así transcurrió esa tarde feliz.