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aunque hace mil años que dejó atrás su juventud
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No sé si tiene mil años, pero sí creo que debe llevar mil historias a cuestas. Desde que empecé a verla caminar por las calles de Miraflores hace ya algunos años me hizo pensar en esa canción de los años 80 del grupo español Bravo.
Camina siempre apurada, con un sombrero de paja y no con pamela gris. Los ojos los tiene pintados de un azul muy oscuro, muy vistoso, acompañados de unas pestañas negras exageradamente largas y gruesas. Su ropa es de colores vistosos, es imposible no distinguirla a una cuadra de distancia.
Va siempre sola.
Me la he cruzado más de una vez por las calles miraflorinas. Recuerdo la primera vez que la oí hablar: fue un día de verano que entré a un autoservicio que está a varias cuadras de mi casa. Lady Lady hablaba con el encargado de seguridad de la tienda, en verdad, ella hablaba bastante airadamente y el hombre la escuchaba silenciosamente, con expresión de benevolencia.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, logré escuchar lo que decía. La mujer reclamaba que el volumen de la música ambiental del lugar estaba muy alto, que casi no la dejaba pensar, que era un fastidio comprar así. En ese momento me percaté, no tenía ninguna bolsa en la mano. Se iba sin comprar, tal vez por el ruido del que tanto se quejaba.
Algunos días después, volví a distinguir el sombrero de paja. Esta vez estaba en el mostrador de atención el cliente de la misma tienda. Solamente para escuchar de qué se trataba esa vez, me acerqué hacia donde estaba. Su nuevo reclamo era contra una vendedora, no logré escuchar de qué sección. Se quejaba de que no la habían atendido debidamente. Que cuando le estaba haciendo una pregunta, la vendedora se dio la vuelta y se fue, sin contestarle.
La encargada de atención al cliente la escuchaba con la misma cara de benevolencia que días antes tenía el encargado de seguridad. La misma paciencia silenciosa que seguramente tienen hacia ella todas las personas que trabajan en ese autoservicio.
Varias veces la he visto caminar por la calle mayor de Miraflores, siempre sola, siempre con los ojos exageradamente pintados de azul, con las pestañas irrealmente largas y negras, con su sombrero, con su ropa de colores vistosos que se divisa a varios metros de distancia. Siempre caminando apurada.
Siempre sola.
No puedo saber si su historia es similar a la Lady Lady de la canción que me hace recordar cada vez que la veo. Tampoco sé si comparte la soledad infinita de Penélope y su banco de pino verde, o con la loca del muelle de San Blas que llevaba el mismo eterno vestido para que el amado no se fuera a equivocar.
Pero ahí va, siempre apurada, siempre con ropa de colores vistosos.
Siempre sola.
Acá un video de "Lady Lady" del grupo Bravo: