Esta historia tiene tres escenarios que se deben mencionar al comienzo: un hijo que va de visita a casa de sus padres una mañana; una nieta de diez años que tiene una actuación en el colegio y una pareja de abuelos que no se pierde ninguna actuación de ninguno de sus cinco nietos.
El hijo sale de la casa de sus padres, los abuelos, rumbo al colegio de su hija, la nieta de diez años. En su afán de llegar a tiempo, no se da cuenta de que dejó el celular en casa de sus padres. Su hermana sí repara en el olvido y le entrega el teléfono a sus padres para que se lo entreguen a su dueño. Total, todos van a la misma actuación en el mismo colegio.
Una vez que el padre y los abuelos de la niña han partido por separado, suena el teléfono de la casa de los abuelos. Contesta la hermana, la llamada es de una profesora del colegio a donde se dirigen todos los que partieron un poco antes. El mensaje es que la niña se ha confundido, la actuación no era ese día sino una semana más tarde.
La hermana empieza a llamar al celular de su papá, pero lo encuentra apagado. Insiste, insiste varias veces. No tiene éxito. Entonces recuerda el celular que su hermano olvidó en su prisa por salir para llegar a tiempo y que entregó a su papá.
Ya lejos de la casa, los abuelos van conversando tranquilamente en el carro. Comentan diversos asuntos, sobre la actuación que están a punto de ver, sobre la Navidad que está a la vuelta de la esquina, de una celebración familiar muy importante para todos. Cuando en eso, para espanto de la pareja, un pato comienza a graznar. El sonido es muy fuerte, se siente muy cerca:
- ¡Ay! Un pato se ha metido al carro -dice ella.
- No, debe ser un sonido que viene de afuera -la tranquiliza él, aunque no muy convencido.
Después de un momento, el pato se calla. La calma regresa al auto. Los comentarios triviales también.
Mientras tanto, en la casa, la hermana reitera llamadas tanto al celular de su papá como el de su hermano. En uno, contesta la grabadora. En el otro, el teléfono timbra y timbra pero nadie contesta.
De vuelta en el carro, el misterioso pato grazna y grazna con insistencia intermitente, grazna tres o cuatro veces y se calla, en un ciclo repetido una y otra vez. Como los abuelos viven en una zona con muchas áreas verdes, no es raro que ciertos animales se metan en los autos. Animales como gatos, perros, tal vez hasta ratas y ratones, pero nunca un pato.
Se deciden a parar un momento, buscan dentro del carro, sin mucho esmero. En realidad, lo último que quieren es tener al pato frente a frente.
Retoman la marcha con cierta inquietud y llegan finalmente al colegio de la nieta. Al bajarse del auto, el pato vuelve a graznar. Se miran sin saber qué decir, ya no puede ser que un pato se haya metido al auto pues están en tierra firme y no se ve ningún ave cerca. En ese preciso instante, una profesora les da el encuentro y les comunica que la actuación no era ese día sino una semana más tarde.
El pato vuelve a sonar. Esta vez no queda duda de que el graznido sale del bolsillo del abuelo. El misterio ha quedado resuelto: el inubicable pato es el singular timbrado del celular que su hijo dejó olvidado en su apuro por llegar a tiempo a una actuación a la que todos terminaron llegando excesivamente temprano.
Esta pareja de abuelos cariñosos, que no se pierde ninguna actuación de sus cinco nietos a los que adoran, está a punto de cumplir 50 años de casados. Bodas de Oro. Los conozco prácticamente de toda la vida. Los quiero mucho, a ellos, a sus hijos, a los nietos y a toda la enorme y maravillosa familia que los rodea. Son parte de mi propia familia y con este relato publicado con permiso de uno de sus hijos quiero hacerles llegar mis mejores saludos por esa vida juntos y mi agradecimiento por todo, sobre todo por su infinito cariño.
Ellos saben por qué lo digo.
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Esta es la primera entrada de 2015. Veremos qué nos trae el nuevo año en historias para contar y leer.
El hijo sale de la casa de sus padres, los abuelos, rumbo al colegio de su hija, la nieta de diez años. En su afán de llegar a tiempo, no se da cuenta de que dejó el celular en casa de sus padres. Su hermana sí repara en el olvido y le entrega el teléfono a sus padres para que se lo entreguen a su dueño. Total, todos van a la misma actuación en el mismo colegio.
Una vez que el padre y los abuelos de la niña han partido por separado, suena el teléfono de la casa de los abuelos. Contesta la hermana, la llamada es de una profesora del colegio a donde se dirigen todos los que partieron un poco antes. El mensaje es que la niña se ha confundido, la actuación no era ese día sino una semana más tarde.
La hermana empieza a llamar al celular de su papá, pero lo encuentra apagado. Insiste, insiste varias veces. No tiene éxito. Entonces recuerda el celular que su hermano olvidó en su prisa por salir para llegar a tiempo y que entregó a su papá.
Ya lejos de la casa, los abuelos van conversando tranquilamente en el carro. Comentan diversos asuntos, sobre la actuación que están a punto de ver, sobre la Navidad que está a la vuelta de la esquina, de una celebración familiar muy importante para todos. Cuando en eso, para espanto de la pareja, un pato comienza a graznar. El sonido es muy fuerte, se siente muy cerca:
- ¡Ay! Un pato se ha metido al carro -dice ella.
- No, debe ser un sonido que viene de afuera -la tranquiliza él, aunque no muy convencido.
Después de un momento, el pato se calla. La calma regresa al auto. Los comentarios triviales también.
Mientras tanto, en la casa, la hermana reitera llamadas tanto al celular de su papá como el de su hermano. En uno, contesta la grabadora. En el otro, el teléfono timbra y timbra pero nadie contesta.
De vuelta en el carro, el misterioso pato grazna y grazna con insistencia intermitente, grazna tres o cuatro veces y se calla, en un ciclo repetido una y otra vez. Como los abuelos viven en una zona con muchas áreas verdes, no es raro que ciertos animales se metan en los autos. Animales como gatos, perros, tal vez hasta ratas y ratones, pero nunca un pato.
Se deciden a parar un momento, buscan dentro del carro, sin mucho esmero. En realidad, lo último que quieren es tener al pato frente a frente.
Retoman la marcha con cierta inquietud y llegan finalmente al colegio de la nieta. Al bajarse del auto, el pato vuelve a graznar. Se miran sin saber qué decir, ya no puede ser que un pato se haya metido al auto pues están en tierra firme y no se ve ningún ave cerca. En ese preciso instante, una profesora les da el encuentro y les comunica que la actuación no era ese día sino una semana más tarde.
El pato vuelve a sonar. Esta vez no queda duda de que el graznido sale del bolsillo del abuelo. El misterio ha quedado resuelto: el inubicable pato es el singular timbrado del celular que su hijo dejó olvidado en su apuro por llegar a tiempo a una actuación a la que todos terminaron llegando excesivamente temprano.
Esta pareja de abuelos cariñosos, que no se pierde ninguna actuación de sus cinco nietos a los que adoran, está a punto de cumplir 50 años de casados. Bodas de Oro. Los conozco prácticamente de toda la vida. Los quiero mucho, a ellos, a sus hijos, a los nietos y a toda la enorme y maravillosa familia que los rodea. Son parte de mi propia familia y con este relato publicado con permiso de uno de sus hijos quiero hacerles llegar mis mejores saludos por esa vida juntos y mi agradecimiento por todo, sobre todo por su infinito cariño.
Ellos saben por qué lo digo.
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Además de reírme con la divertida historia del pato viajero, quiero felicitar de todo corazón a estos increíbles abuelos que cumplen sus BODAS DE ORO, por ese amor y esa unión que han sabido inculcar a sus hijos y nietos. Que Dios les colme de bendiciones!
ResponderEliminarUn pato que no lo era propiamente, Acirema. Divertida anécdota.
EliminarGabriela, esse é um episódio de equívocos, muito engraçado!
ResponderEliminarParabéns ao casal que completa 50 anos de casamento. Desconfio que entrarão para o Guiness!
Beijinhos
Un equívoco que generó temor al comienzo y muchas risas después, Nina.
EliminarOtrosí digo... ¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, SEIS DE ENERO!!!
ResponderEliminar¡Gracias Acirema!
EliminarFeliz enero para quienes cumplen años y para quienes cumplen bodas!
ResponderEliminarY que los febreros no se queden atrás.
EliminarFELIZ CUMPE Y FELZ AÑO!!!
ResponderEliminarCHAUCITO
Gracias Alicia.
EliminarFelicidades por esas bodas de oro que vaís a celebrar Gabriela es un orgullo ver a los padres tanto tiempo juntos. Los míos también las celebraron.
ResponderEliminarUn pato muy ruidoso. Y feliz cumple blog:))))
Besos.
Sí que es un orgullo, Laura, pero lamentablemente no se trata de mis padres. Son los padres de personas muy queridas.
EliminarMe sumo a las felicitaciones a esos abuelos de las 50 primaveras, Gabriela.
ResponderEliminarAcerca del sonido avícola de aquel celular, nunca había sabido de alguno parecido. Hay gustos para todo.
Muy singular el timbrado, Esteban, como para llevar a esa confusión.
EliminarEstupenda historia divertida, me has alegrado esta tarde de niebla y frìo Gabriela. La verdad es que el tìtulo e imagen me desviaron pues pensé en el clàsico patito de goma para el baño de los niños en el carrito de la compra jeje.
ResponderEliminarMis felicitaciones a esos abuelos por tantos años compartiendo vida y a ti :)
Pues sí que festejaron esos 50 años juntos, Chusa, muy felices y felicitados.
EliminarMe alegro por los padres de esas personas;)
ResponderEliminarBuen domingo Gabriela.
Un beso.
Gracias, Laura.
EliminarQue hermoso llegar a los 50 años de casados !!! Yo deseo llegar ya llevamos 43 .
ResponderEliminarLo del pato es lo que me pasa a mi con mi mòvil , casi nunca noto el sonido de la llamada .
Un beso , cuìdate y buen inicio de semana .
Nancy
Los siete años que faltan pasarán rápido y dentro de nada estarán celebrando bodas de oro también.
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