Ya dejó de ser niña, pero sin duda sigue siendo genial. Es una chica vivaz, siempre está con la sonrisa pícara en los ojos. Su alegría es desbordante.
Cuando tenía tres años, la abuela paterna la invitaba constantemente a dormir a su casa. La nieta no recibía la invitación de la manera esperada, no saltaba de felicidad por quedarse a dormir en casa de la abuela que, sin duda, le permitiría quedarse despierta hasta tarde, todo lo contrario a como eran las cosas en su casa.
La abuela seguía invitándola, la niña seguía quedándose callada al oír la invitación. Hasta que llegó el día en que la reiterada invitación tuvo una respuesta genial:
- Abuelita, me voy a quedar a dormir en tu casa cuando me crezca el pelo.
Su melena ensortijada demoraba tanto en crecer que dudo que alguna vez la abuela haya visto cumplido su deseo.
El niño también ya dejó de serlo. Es legalmente adulto desde hace más de dos años. Pero sigue siendo genial.
Por alguna razón que no puede explicar por más que lo piense, nunca le ha gustado el puré de papas. Dice su mamá que cuando estaba embarazada, lo único que le daba ganas de comer era puré de papas. Tal vez comió tanto en esos meses que el niño se hartó, es la explicación de su mamá.
Ya estaba cansado de decir que no le gusta el puré de papas. Cuando daba esa respuesta, siempre le replicaban "cómo que no te gusta, si te gusta la leche y te gusta la papa, TIENE que gustarte el puré de papas". Pero no, no le gusta. Tampoco le gusta que le insistan con que TIENE que gustarle.
Hasta que se le ocurrió una respuesta genial:
- No gracias, no puedo comer puré de papás porque me da alergia.
Santo remedio. Nadie puede objetar una alergia como razón para no comer algo. Dice que hasta ahora no come puré de papas.
La otra niña tiene siete años; sigue siendo una niña. Tiene la sonrisa a flor de labios y hay que estar casi ordenándole que deje de hacer cabriolas, que esté quieta. También es genial y sin duda lo será siempre.
Es Nochebuena, y la niña va en un carro con muchas de las personas con las que se recibirá esa Navidad. Son casi las diez de la noche. Las calles están llenas de gente, de carros, de luces y adornos. En contraste, las tiendas están cerradas, a oscuras, vacías. Es mal momento para necesitar algo, casi con seguridad no se encontrará un lugar donde comprar nada.
El carro donde va la niña se detiene por la luz roja de un semáforo justo al lado de una pequeña tienda de barrio, de esas que en el Perú se conocen como bodegas. Es una de las pocas tiendas abiertas que han visto en el camino y tiene a dos o tres compradores adentro.
Uno de los adultos que va en el carro dice:
- Esa tienda se va a forrar.
Después de breves segundos de pausa, la niña responde con tono genial:
- Tampoco es para tanto, ah.
Todos los demás se echan a reír. Pues sí, no era para tanto.
Cuando tenía tres años, la abuela paterna la invitaba constantemente a dormir a su casa. La nieta no recibía la invitación de la manera esperada, no saltaba de felicidad por quedarse a dormir en casa de la abuela que, sin duda, le permitiría quedarse despierta hasta tarde, todo lo contrario a como eran las cosas en su casa.
La abuela seguía invitándola, la niña seguía quedándose callada al oír la invitación. Hasta que llegó el día en que la reiterada invitación tuvo una respuesta genial:
- Abuelita, me voy a quedar a dormir en tu casa cuando me crezca el pelo.
Su melena ensortijada demoraba tanto en crecer que dudo que alguna vez la abuela haya visto cumplido su deseo.
El niño también ya dejó de serlo. Es legalmente adulto desde hace más de dos años. Pero sigue siendo genial.
Por alguna razón que no puede explicar por más que lo piense, nunca le ha gustado el puré de papas. Dice su mamá que cuando estaba embarazada, lo único que le daba ganas de comer era puré de papas. Tal vez comió tanto en esos meses que el niño se hartó, es la explicación de su mamá.
Ya estaba cansado de decir que no le gusta el puré de papas. Cuando daba esa respuesta, siempre le replicaban "cómo que no te gusta, si te gusta la leche y te gusta la papa, TIENE que gustarte el puré de papas". Pero no, no le gusta. Tampoco le gusta que le insistan con que TIENE que gustarle.
Hasta que se le ocurrió una respuesta genial:
- No gracias, no puedo comer puré de papás porque me da alergia.
Santo remedio. Nadie puede objetar una alergia como razón para no comer algo. Dice que hasta ahora no come puré de papas.
La otra niña tiene siete años; sigue siendo una niña. Tiene la sonrisa a flor de labios y hay que estar casi ordenándole que deje de hacer cabriolas, que esté quieta. También es genial y sin duda lo será siempre.
Es Nochebuena, y la niña va en un carro con muchas de las personas con las que se recibirá esa Navidad. Son casi las diez de la noche. Las calles están llenas de gente, de carros, de luces y adornos. En contraste, las tiendas están cerradas, a oscuras, vacías. Es mal momento para necesitar algo, casi con seguridad no se encontrará un lugar donde comprar nada.
El carro donde va la niña se detiene por la luz roja de un semáforo justo al lado de una pequeña tienda de barrio, de esas que en el Perú se conocen como bodegas. Es una de las pocas tiendas abiertas que han visto en el camino y tiene a dos o tres compradores adentro.
Uno de los adultos que va en el carro dice:
- Esa tienda se va a forrar.
Después de breves segundos de pausa, la niña responde con tono genial:
- Tampoco es para tanto, ah.
Todos los demás se echan a reír. Pues sí, no era para tanto.
No hay como la espontaneidad de un niño!! Cuando emiten esas respuestas que no esperas y que te dejan boquiabierto de la pura lógica que tienen.
ResponderEliminarUn abrazo desde Barcelona hasta Lima.
Lo más chistoso es que después, cuando les contamos al respecto, ellos ni se acuerdan de sus respuestas.
EliminarDe acuerdo con Nica, la espontaneidad de los crìos nos sacan las mejores carcajadas. Pero, quìtame una curiosidad la primera por qué no querìa ir con la abuela? No serìa porque odiaba la sopa y como mi niño cuando era pequeño la abuela se la ponìa de cena? La respuesta de la alergia para el puré me encantò, muy "cientìfica" jaja
ResponderEliminarSaludos desde el invierno veneciano, Gabri
No creo que la sopa haya sido la razón, Chusa, Alguna vez se lo pregunté, pero dice que no se acuerda. Me atrevo a decir que simplemente no quería.
EliminarLos niños tienen geniales ocurrencias. Y muchas veces te dan unas respuestas que te dejan con la boca abierta, no es verdad? Mira pues, alergia al puré de papas!
ResponderEliminarHe ahí su genialidad, en haber encontrado una respuesta que sabía que nadie le iba a refutar.
EliminarNada como uma criança' são puras e genuínas!
ResponderEliminarBeijo
Sí, ojalá todos pudiéramos conservar esa chispa, esa espontaneidad al crecer.
EliminarLos niños y sus ocurrencias. Ojalá nunca perdiéramos esa espontaneidad.
ResponderEliminarUn beso
El mundo sería otro, Marta.
EliminarLa espontaneidad de los niños, es un valor que a veces nos sigue saliendo de adultos... y me encanta!
ResponderEliminarSeguro que las "historias" que nos traerás en el 2015, serán tan amenas, tiernas, divertidas... etc etc jijii, como las que he leido en el año que acabamos de despedir.
GRACIAS por visitarme.
Besitosss GUAPETONA.
Ojalá más adultos dejaran salir esa espontaneidad con más frecuencia, Golosengus. Ya veremos qué nos trae 2015.
EliminarGracias por la visita.
...muchas veces cremos que no piensan, yo soy una de esas y me asombro por las respuestas que ellos dan.
ResponderEliminarBesos hoy desde
http://norma2-siempreesprimavera-norma2.blogspot.com.ar/2015/01/colecho-dormir-en-la-cama-con-el-hijo.html
Felizmente piensan, y nosotros tenemos que estar con ojos y oídos bien abiertos para no perdernos una sola de sus genialidades.
EliminarAlgunas veces sus ocurrencias son tremendas y tienes que reirte a la fuerza. Los niños siempre dicen la verdad ;))
ResponderEliminarUn beso.
Lo malo es cuando dicen cosas de las que no te puedes reír, y hay que aguantarse la carcajada.
EliminarGenialidades, saben lo que quieren sin disfraz.
ResponderEliminarY tampoco les preocupa si el disfraz les queda mal.
EliminarCrianças são surpreendente, na minha infância também queria que meu cabelo crescesse e quando ficava um pouquinho grande minha cortava e deixava curto novamente, por isso que hoje estou velha mas de cabelo comprido. hahaha
ResponderEliminarBjos feliz 2015
Conmigo pasaba lo mismo: usaba el pelo muy corto, pero no era mi decisión. En un momento, decidí que lo iba a dejar crecer. Con los años, ha pasado de largo a corto y de corto a largo varias veces.
EliminarHola Gaby
ResponderEliminarlindas historias como siempre !
hoy mi hija de 5 años me preguntó, mis primos y yo seguiremos siendo primos cuando seamos grandes?
besos Renata
A veces me acuerdo de algunas dudas que tenía a los cinco años y entiendo totalmente la pregunta de tu hija, Renata.
EliminarBuen domingo;))
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarJajaja, en Andalucía se diría ¡qué arte tiene ese niño! jajaja
ResponderEliminarEs difícil aguantar la carcajada aunque estén ellos delante.
Un beso
Y a veces la etiqueta exige no reírse, cosa bastante difícil.
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