Suele pasar. O mejor dicho, me suele pasar que por cumplir una disposición u obligación cualquiera dentro del plazo fijado para hacerlo, termino perjudicada por ser fiel observadora de las fechas límites.
Llego a tiempo a un sitio, por no decir que llego temprano, y como son muy pocas las personas presentes a la hora fijada, la función no empieza porque hay que tener consideración con los que no han llegado y esperarlos. ¿Y a los que se esforzaron por llegar a tiempo, quién les tiene consideración?
Una vez, alguien que conozco cumplió con el pago adelantado de sus obligaciones. A comienzos del año pagó los doce meses de tributos municipales. Varios meses después, por un acuerdo de alcalde y regidores, hubo una rebaja en los porcentajes tributarios. El beneficio fue, ya se imaginan, para los que no habían pagado todavía. Los que cumplieron con sus obligaciones no recibieron ni el 1% del beneficio que recibieron los demorones.
Otra vez, un abogado que conozco fue a pagar por adelantado el año entero de sus cuotas profesionales, tal como lo hace entre enero y febrero de todos los años. Grande fue su sorpresa, y mayor su indignación, cuando encontró que a los abogados que tenían meses impagos del año anterior se les había condonado todo lo adeudado. Por supuesto, no hubo ningún descuento equivalente, ni proporcional, ni comparativo para los que habían pagado el año completo por adelantado.
Alguien me contó que una vez averiguó cómo hacer para cancelar una deuda que tenía por uso de la tarjeta de crédito de una tienda por departamentos. Había pactado el pago en seis cuotas, pero luego decidió cancelarlas antes de tiempo. Se encontró con que el sistema de la tienda solamente juntaba cuotas una vez vencidas, pero que era imposible juntarlas antes de su vencimiento, ni siquiera agregando los intereses que la tienda dejaría de percibir por el pago anticipado. La conclusión a la que llegó esta persona es que el sistema está concebido y pensado para que la tienda se proteja de los que no quieren pagar, no de los que honran sus deudas.
Me apuro en enviar por correo un documento imprescindible, envío que debe hacerse por correo certificado local. El monto de la certificación no es mucho, lo pago y me olvido del asunto. Pocos días después voy al correo para enviar otra cosa y veo el tremendo cartel que dice que esos envíos por correo certificado local ahora son libres de costo. Le hago el comentario a la señora que atiende al público, que mejor hubiera esperado para ahorrarme esas monedas. Su respuesta fue: "yo también".
Parafraseando a Breno, "!ay de los cumplidos!"
Llego a tiempo a un sitio, por no decir que llego temprano, y como son muy pocas las personas presentes a la hora fijada, la función no empieza porque hay que tener consideración con los que no han llegado y esperarlos. ¿Y a los que se esforzaron por llegar a tiempo, quién les tiene consideración?
Una vez, alguien que conozco cumplió con el pago adelantado de sus obligaciones. A comienzos del año pagó los doce meses de tributos municipales. Varios meses después, por un acuerdo de alcalde y regidores, hubo una rebaja en los porcentajes tributarios. El beneficio fue, ya se imaginan, para los que no habían pagado todavía. Los que cumplieron con sus obligaciones no recibieron ni el 1% del beneficio que recibieron los demorones.
Otra vez, un abogado que conozco fue a pagar por adelantado el año entero de sus cuotas profesionales, tal como lo hace entre enero y febrero de todos los años. Grande fue su sorpresa, y mayor su indignación, cuando encontró que a los abogados que tenían meses impagos del año anterior se les había condonado todo lo adeudado. Por supuesto, no hubo ningún descuento equivalente, ni proporcional, ni comparativo para los que habían pagado el año completo por adelantado.
Alguien me contó que una vez averiguó cómo hacer para cancelar una deuda que tenía por uso de la tarjeta de crédito de una tienda por departamentos. Había pactado el pago en seis cuotas, pero luego decidió cancelarlas antes de tiempo. Se encontró con que el sistema de la tienda solamente juntaba cuotas una vez vencidas, pero que era imposible juntarlas antes de su vencimiento, ni siquiera agregando los intereses que la tienda dejaría de percibir por el pago anticipado. La conclusión a la que llegó esta persona es que el sistema está concebido y pensado para que la tienda se proteja de los que no quieren pagar, no de los que honran sus deudas.
Me apuro en enviar por correo un documento imprescindible, envío que debe hacerse por correo certificado local. El monto de la certificación no es mucho, lo pago y me olvido del asunto. Pocos días después voy al correo para enviar otra cosa y veo el tremendo cartel que dice que esos envíos por correo certificado local ahora son libres de costo. Le hago el comentario a la señora que atiende al público, que mejor hubiera esperado para ahorrarme esas monedas. Su respuesta fue: "yo también".
Parafraseando a Breno, "!ay de los cumplidos!"