La semana pasada se cayeron mis anteojos al piso, y uno de los vidrios se partió en dos. Un error de cálculo más la circunstancia de no tenerlos puestos se confabularon para llegar a ese desenlace.
Uso lentes de contacto la mayor parte del día, pero al llegar la noche me los quito y los reemplazo por gruesos anteojos de montura. Es decir, no puedo estar sin lentes porque mi vista no es precisamente buena. Por lo tanto, era imperativo reparar los que se habían roto.
Me dirigí a la óptica más cercana a mi casa. No era la óptica en donde me había hecho los lentes, que está un poco más lejos. Probablemente esta óptica más cercana sería un poco más cara, pero iba dispuesta a asumir la diferencia en el precio como compensación por la menor distancia.
- Buenos días, señorita. Se me acaban de caer los anteojos al piso, se rompíó uno de los vidrios. Dígame por favor cuánto me costaría.
- Si claro, con esta medida imagínese.
- Déjeme ver -e hizo unos cálculos mirando unas tablas-. Le sale en S/.280 (*).
- ¡¿S/.280!? Pero si estos lentes, con todo y la montura, me costaron S/.170 hace menos de un año.
- Si, pero el precio que le he dado es para vidrios de alto índice.
- Ay señorita, este de acá que se me acaba de romper también es de alto índice. Gracias.
No tuve más remedio que ir a la óptica donde siempre mando a hacer mis lentes desde hace años, que queda en un lugar bastante más modesto. La señora que ahí atiende me recibió muy acogedoramente, como siempre. Le conté lo que me había pasado, hizo los mismos cálculos y me dijo:
- Le salen en S/.75.
Para hacer corto un cuento largo, dos días después tuve mis lentes perfectamente arreglados a cambio de un precio razonable. Ni que en la otra óptica fuera el mismo Swarovski el que les fabricara los cristales.
(*) Aproximadamente, el tipo de cambio actual en el Perú es de S/2.80 por dólar.