Esta noche, el esposo está viendo Wanted. Sin Steven Seagal, pero con Angelina Jolie. Los senos y labios son mucho más impresionantes, pero además de eso, la misma cosa: montones de tiroteos y carros rápidos y eso es todo. Después, él anuncia: “Esposita, esas son dos horas de mi vida que no voy a recuperar”.
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Ayer manejaba al gimnasio: persianas puestas, sol afuera, la radio en mi estación favorita ... (XFM si quieren saberlo, solamente que ahora estoy lamentando que
Alex Zane ya no presente el programa del desayuno).
Según una mamá de por acá, se hizo a un lado para dar paso a mi carro, y estuvo frenéticamente saludando para llamar mi atención.
“Pero tú -se burló- en tu ignorante estilo ruso, ¡ni siquiera sonreíste ni saludaste!”
OK, pensé, no importa la partecita rusa. Estoy acostumbrada a que mis amigos y otras personas de por acá me llamen rusa, o para ser honesta, más frecuentemente una “rusa loca”. Antes trataba de explicar que:
a) No, no estoy acostumbrada a los climas fríos por venir de donde vengo,
b) No, no tenemos osos caminando por las calles, y a decir verdad, tampoco los tienen los rusos.
Pero ella me dejó pensando: sé precisamente lo que quiso decir. Siempre nos reconozco, ex soviéticos, por esta severa expresión del oriente de Europa en el rostro que ciertamente muchos de nosotros tenemos. Yo, por supuesto, no puedo hablar por toda Europa Oriental. Pero tengo una idea de por qué ocurre con las muchachas azeríes.
He estado tratando de entender cómo, después de apenas dos años o algo así de vivir en el Reino Unido, cada vez que he regresado, los taxistas en Bakú me han tomado inmediatamente por extranjera. (Gracioso,
¿no? Extranjera acá, extranjera en casa. Básicamente, extranjera en todas partes.)
Me quedé pensando por qué sería. Y creo que viene del lenguaje corporal, includda la expresión facial. Las mujeres occidentales están listas para sonreír. Puede ser una sonrisa educada, una sonrisa aburrida, o una sonrisa de estoy-a-punto-de-matarte. Pero siguen siendo sonrisas, a pesar de todo. Chocas con el carrito de compras de otro, sonrisa. Sonríen a los mozos y al personal de las tiendas, basureros y trotadores. Saludan y sonríen a los carros que pasan y a las adolescentes a caballo, que bloquean la pista y cabalgan siempre tan despacito.
Si pues, mi vida acá requiere algo de ejercicio facial frecuente. Pero no es una habilidad que siempre haya tenido. En Bakú, las mujeres por lo general no sonríen a los extraños. (A menos que hayan escapado de una institiución mental o se paren apoyadas en los postes por las noches.)
[…] Si eres una muchacha decente y respetable, no puedes sonreírle a un taxista, ni a un vendedor, ni a un mozo. De hecho, cuando más maleducada y arrogante parezcas, más admiración conseguirás. (A menos que seas fea, por supuesto: entonces nada ayudará) .
Entonces, de verdad: no es que semas maleducadas. Es simplemente una forma de mecanismo de defensa que tuvimos que desarrollar, para evitar que nos acosen constantmente por donde quiera que fuéramos.
Aunque creo que las cosas están cambiando. Vi unas fotos de un matrimonio azerí hace poco, donde las novias parecían contentas y sonriendo, y hasta bailando.