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Según Pedro, el único defecto de Ana es que es muy renegona. Según Ana, el mayor defecto de Pedro es que ronca mucho.
Una noche cualquiera, una noche muy fría, todos en la casa se fueron a dormir. Cada uno había tenido un buen día y les esperaba una jornada llena de actividades al día siguiente.
Alrededor de las dos de la mañana, Ana se despertó sobresaltada. Un ruido fuerte la asustó. Se sentó de un golpe en la cama con el corazón latiéndole muy rápido. Pero el susto le duró poco cuando descubrió que el ruido no era más que Pedro y sus ronquidos.
Se levantó y fue al baño, tomó un poco de agua y regresó a la cama. En todo momento, los ronquidos de Pedro la acompañaron. Tenía la esperanza de que al sentirla levantarse, Pedro se movería un poco y dejaría de roncar.
Vana esperanza.
Se metió en la cama e intentó volver a dormir. Cada vez que sentía que se quedaba dormida, los ronquidos en su oreja aumentaban en volumen y le regresaban al estado de vigilia completa.
Vio la hora, 2:45 a.m. Tenía poco más de media hora tratando de dormir a pesar del concierto nocturno que había en su dormitorio. El ciclo se repitió todo el resto de la noche, justo cuando agarraba el sueño, un renovado ronquido la sacudía.
- Qué envida, ya quisiera dormir así aunque sea una vez en un año bisiesto.
Poco antes de las seis de la mañana se dio por vencida. Se levantó dispuesta a enfrentar el nuevo día. Previo paso por el baño, fue a la cocina y empezó a preparar todo para el desayuno. Le gustaban esos momentos en que veía y oía cómo el barrio despertaba.
Casi una hora después, Pedro se apareció´para tomar desayuno. Saludó, se sirvió café y se sentó a la mesa:
- ¿Cómo amaneciste? -le preguntó a Ana.
Estuvo tentada de decirle que desvelada gracias a él, pero se abstuvo.
- Bien, pensando en las cosas que hay por hacer hoy, preparada para una nueva jornada. ¿Y tú? ¿Listo para el nuevo día también?
- Pues muy mal. Me pasé la noche en vela, no pegué ojo ni un minuto. Algo que comí ayer debe haberme caído mal. Perdí la cuenta de las veces que fui al baño. ¿No te diste cuenta?
😡😠
Qué gracia. Lo había soñado?. Un beso
ResponderEliminarNo, todo fue real. Pedro ni cuenta se da de sus conciertos nocturnos.
EliminarHistoria conocida... Marcela también sabe. Angelita también sabe :)
ResponderEliminar¡Ay!
Eliminar😣😖😕
Jaja... ella, muy renegona no era, ¿eh?
ResponderEliminarCasi no había dormido la pobre, no tenía fuerza ni ganas.
EliminarNo sé quién me da más pena, si él o ella.
ResponderEliminarDifícil decidirse.
EliminarJa ja ja, me parece que la que necesitaba un ligero empujoncito en la cama era ella para que despertara de esa pesadilla tan fastidiosa
ResponderEliminarOjalá hubiera sido una pesadilla, Yvette. La pobre no durmió en casi toda la noche gracias al roncador que tenía al lado.
Eliminar¡Ana es una santa!Anda que nos íbamos a callar nosotras la mala noche pasada por culpa de los ronquidos... ¡Y es que esa historia nos suena!
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
Debe ser una historia muy común para muchas personas, lamentablemente.
EliminarSó pode ter sonhado! Sei do que falas quando falas em "ronquidos"!
ResponderEliminarEl hombre vive en negación, o en total (y feliz) ignorancia de la magnitud de sus ronquidos.
EliminarUno se acostumbra al ruido.
ResponderEliminarCuando estaba en la universidad, me dieron un cuarto que estaba cerca de la bomba de agua, está la encendían a las cinco de la mañana y me despertaba, pero al paso del tiempo, me acostumbre al ruido y dormía tranquilamente.
Y en una oportunidad, algo sucedió que me despertó, mire alrededor, salí al pasillo, pensando que alguien hubiese tocado la puerta y nada. Al fin, me di cuenta que me había despertado: ¡la bomba no estaba funcionando!
Saludos
También me ha pasado: tienes horas con un ruido que no soportas, y cuando por fin acaba hasta lo extrañas, ja, ja.
EliminarYo lo muevo Gabriela y no me va mal así para un poco y me da tiempo a dormir. Ellos nunca se oyen.
ResponderEliminarBuen fin de semana. Cuídate mucho.
Un abrazo.
Parece que con Pedro, el remedio no era suficiente.
EliminarJjajja que curioso relato me encanto, un abrazo Gabriela
ResponderEliminarY muy verídico, a juzgar por algunos comentarios anteriores.
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