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Qué ganas de estar ahí, pero los horarios coincidían, así que había que escoger. Hasta que se dio la ocasión, y vaya que la aproveché.
Así que ahora voy tres veces por semana. Camino unos cuantos pasos y paso del yoga al zumba en segundos. Esa combinación es la mejor manera de empezar la mañana. Y al aire libre, con el mar a la vista, en alegre compañía es mejor todavía.
A las órdenes de Johana vamos a la vez, derecha, izquierda, adelante, atrás, arriba, abajo, piso, y ya cambié. Al cabo de media hora el cansancio se siente, pero la energía colectiva hace que el ánimo no decaiga. A aguantar media hora más.
Después de una hora, previo selfie con fondo marino, cada quien vuelve a casa. Menos Johana, que va rumbo a otra hora más de zumba, con una fuerza y una alegría realmente envidiables.