ACTUALIZACIÓN: El blog "decidió" borrar varios comentarios sin consultar. He logrado recuperar algunos, pero de todas maneras me disculpo con aquellos comentaristas cuya opinión quedó eliminada.
Se acerca la Navidad, que siempre llega con su cuota de recuerdos y nostalgia. Presento acá lo que me envió alguien que recuerda las celebraciones de su infancia en su muy querido rinconcito del Perú.
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La Navidad en la selva peruana se celebraba con las "pastoreadas".
Los ensayos comenzaban dos meses antes. Era ya de noche cuando se escuchaban a lo lejos los cánticos, los pitos y los tambores.
Las organizaban familias devotas que continuaban con esa tradición año tras año.
Se acercaba la Navidad.
Cuando llegaba el esperado día del 24 de diciembre, en la tarde anterior a la Navidad, salía el grupo muy bien formado y con sus respectivas vestimentas, un elenco encabezado por el Ángel, una niña vestida de blanco, con alitas, diadema y varita dorada. Seguían las pastorcitas, con falditas, chalecos, pañuelos en la cabeza, collares, sonajas y panderetas. Luego los pastores, también con pañuelos y bolsos. Finalizaban el grupo "los indios", con plumas, tambores y pitos, que danzaban frenéticamente y muchas veces causaban temor a los pequeños espectadores.
Había varios grupos de pastores que iban por distintos barrios para llegar a las casas donde encontraban los Nacimientos más grandes. Durante el trayecto cantaban, sonaban los tambores y los pitos, en medio del regocijo de chicos y grandes, espectadores gratuitos del espectáculo navideño.
Cuando llegaban a la casa con el Nacimiento, entraban, hacían su rutina de cantos, declamaciones y danzas para adorar al Niño. Era toda una fiesta apreciada no solo por los dueños de casa, sino por todos los que acompañaban a los pastores en su camino, y que se acomodaban para ver mejor.
Terminada la actuación, se acostumbraba obsequiar a los pastores con dulces, caramelos y bebidas. Luego la pastoreada partía en busca de otro Nacimiento casero, con sus cánticos, tambores y pitos, y dejaba a su paso una estela de emoción y algarabía por un momento inolvidable que se unía a la alegría de la Navidad
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Presento este
encantador comercial alusivo a la Navidad. Tiene algunos años ya, pero no pierde vigencia, menos en estas fechas.